Dolina y la frase de los barcos

LA MORFOLOGÍA DE UNA IRONÍA, QUE NO ES MÁS QUE ESO.

Como es sana costumbre en él, Alejandro Dolina sacó de la galera una sesuda reflexión sobre uno de los temas culturales más plomizos, así, cuando nadie se la esperaba, como cuando un delantero atrevido tira un caño en medio de la nada.

Semana y media estuvimos hablando en todo el país sobre la poco agraciada cita que el presidente dejó deslizar en un acto, cuando habló frente a su par de España. De todo dijimos.

Pero el 15 a la madrugada, casi cerca de las 2 de la mañana, cuando “La venganza será terrible” estaba terminando, “el negro” tiró una de sus fantasías y tomó carta en el asunto, hablando por primera vez de ese episodio resbaladizo. Demás está decir que su reflexión fue movilizante y –como es habitual en sus discursos más serios- fue a la esencia misma del asunto, reclamando que se contextualice de manera acertada el sentido de esa frase, la que supuestamente da cuenta de que todos los argentinos y argentinas “venimos” o “bajamos” de los barcos.

No, no, no: nada de eso. Escuchá con atención que dice el maestro Dolina. Es simple, pero nadie lo había denotada hasta que él lo puso en el tapete…