La puteada es cultural, ancestral, y vendedora
El último y resonante hallazgo en estrategias de ventas fue el de una bodega argentina, que promocionó un producto para las fiestas -un vino espumante- acudiendo en su etiqueta a la sigla con la que los criollos acostumbramos a putear, al gobierno o a cualquiera: LPQTP.
Los diseñadores contratados por la bodega Dante Robino, tradicional, recientemente comprada por la Quilmes, integrada actualmente por capitales brasileños, pergeñaron una etiqueta muy apropiada para lo que ha sido el año más tremendo de los últimos en la historia de la humanidad. Está el número, 2020, tachado elegantemente por una línea fina, y debajo, la sigla que remite a la clásica puteada argentina.
“Alce la copa, y alce también su voz a niveles que van un poco más allá de lo normal, y diga algo bello, mientras eleva sus deseos al cielo. Y dígalo, eso que tiene atragantado con todas las letras. Un fuerte abrazo y feliz 2021”
se expresa en un afiche de la promoción. Con lo cual quedan disipadas todas las dudas: el vino llegó para mandarle una gran puteada al año de la peste.
La estrategia, por lo pronto, ha conseguido un alto nivel de difusión gratis, que es la que más se persigue en el mercado. A tal punto, que este portal, difusor de la cultura, también hace mención al tema. Por estar de acuerdo con la puteada, así, en general, aunque sea un remanente tolerado del machismo. Y porque los espumantes argentinos -sin llegar a ser champagne- son realmente muy buenos. ¡Salud!
Rubén Boggi
