Cuando María Kodama desplegó su amor eterno por Borges en Neuquén
* Por Pablo Montanaro
“No me siento una privilegiada por haber vivido con Borges porque, como me dijo una vez mi padre: somos un punto en este enorme espacio que es el universo”, me dijo María Kodama durante una entrevista en ocasión de su presencia en la ciudad de Neuquén para participar como invitada especial en la Feria Internacional del Libro en 2017.
El encuentro con Kodama, quien falleció el domingo 26 de marzo a los 86 años, fue en el Hotel Comahue gracias a la gestión de Teresita Valdettaro, coordinadora de las actividades de la feria. “Mirá que María acaba de llegar, así que debe ser breve porque necesita descansar”, me advirtió Teresita. Las preguntas que preparé para hacerle a la viuda de Jorge Luis Borges y albacea de la obra del gran escritor argentino, eran precisas. Incluso sabía que algunas no las iba a poder hacer pero igual las anoté porque por la tarde tendría la posibilidad de hacérselas durante el diálogo que íbamos a mantener en el auditorio del Museo Nacional de Bellas Artes como introducción a la conferencia que brindaría ante un público que llenó la sala.
Quería aprovechar ese encuentro con esa mujer de cuerpo pequeño y una voz suave que atrapaba para saber aún más de su relación con Borges. “A los 16 años comencé a estudiar con él anglosajón y después inglés antiguo. Me había pedido el número de teléfono y me llamaba constantemente mientras mi madre, furiosa, me preguntaba ‘Qué quiere este hombre’, y yo le respondía ‘Estudiamos’, y mi madre agregaba ‘Vos estudiás, pero él quiere otra cosa", explicó con una sonrisa.
Kodama tenía 16 años cuando conoció a Borges y desde ese momento jamás se separaron. Compartieron estudios, lecturas, traducciones, viajes y pasiones hasta la muerte del escritor, o “la entrada al gran mar”, como le gustaba decir a Kodama.
Conversamos acerca de la publicación de “Homenaje a Borges”, un libro en el que reunió veinte conferencias en los que Kodama recorre los temas recurrentes en la obra del escritor, como la infancia, la literatura, los viajes, el tiempo, la religión, lo fantástico, las bibliotecas, la muerte, entre otros.
En la dedicatoria del libro, Kodama vuelve a expresar todo su amor hacia el autor de El aleph: “Usted, Borges mi amor for ever and ever and a day (por toda la eternidad, más un día)”. Y en sus páginas finales, Kodama se refiere al amor “que nos habitaba mucho antes de que usted me lo dijera, mucho antes de que yo tuviera conciencia de mis sentimientos”.
Durante nuestra charla, Kodama hacía algunas pausas, seguramente para sentirlo que está con él en esa mañana de septiembre de 2017 en Neuquén. “A diferencia de lo que muchos piensan Borges era muy divertido”, aclaró, y agregó que sus conversaciones eran “muy delirantes”. Y da un ejemplo de esos delirios a los que llegaban: “Nos proponíamos pensar qué hubiera sido el mundo si en lugar de los romanos hubieran sido los griegos los que lo dominaban”.
Hacía 30 años que Borges había muerto, pero Kodama seguía con él. La conversación con Kodama vuelve una y otra vez al tema del amor. Amor que se extiende a la admiración por la obra literaria que dejó Borges. Y cuenta que a los 5 años ya se había sentido atraída por la poesía de Borges.
Su primer contacto con la literatura borgeana fue a través de una profesora que le enseñaba inglés. “Ella me leyó ‘Two English Poems’ de Borges. Y una cosa me llamó la atención. Los poemas están dedicados a una mujer que ama, a la que le ofrece su soledad, su fracaso y ‘el hambre de mi corazón’ o ‘estoy tratando de sobornarte con la incertidumbre, con el peligro, con mi derrota’. Así decía el poema. Imagínese, a esa edad no entendía qué significaba esas imágenes. Cuando le pregunté a la profesora por qué se refería al hambre del corazón, ella me dijo que era porque el hambre del corazón es el amor”, describió Kodama. Ese instante fundacional ocurrió a comienzos de los años ’40.
Después, ya adolescente, con la certeza de que estudiaría Filosofía y Letras, asistió a una conferencia que daba Borges. “Los tímidos se reconocen como animales en la selva. Este señor es más tímido que yo. Si ese señor puede, yo voy a poder enseñar; eso me dio una calma enorme”, pensó en ese momento.
Cuando tenía 16 y Borges 54, se cruzaron en la calle Florida cuando salían de una librería. Ella le contó que se había decidido por Letras y él la invitó a estudiar juntos inglés antiguo. Con los años Borges la eligió como heredera cinco antes de casarse con ella, el 26 de abril de 1986. Borges fue la mitad de su alma. Fue “el amor que florece”.
Borges sentía una gran curiosidad sobre la muerte (murió en 1988) por eso un día ambos se prometieron que si se reencarnaban “volverían a encontrarse”. “Le dije: ‘sí, Borges, se lo prometo, pero tengo que avisarle que en la próxima vida yo seré científica’, y él me dijo: ‘no me diga eso, porque quiero volver a ser escritor’”.
Este domingo 26 de marzo, ni bien me enteré de la muerte de Kodama, fui a la biblioteca y busqué el libro que presentó en Neuquén, ese homenaje a Borges, me detengo en la dedicatoria que me escribió: “Para Pablo este Homenaje a Borges con todo afecto. Por Borges eterno como el agua y el aire”.
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