“El alma de la ciudad existe” (HL)
No es para analíticos políticos estos tiempos, en todo caso lo son, si el lente es lo suficientemente amplio para que entre todo en él: la historia, personajes, hechos destacados y que marcaron hitos, referencias de otros países, otras realidades, es decir: el contexto.
Hoy Argentina, al igual que cuando yo era pequeña, es analizada desde el subterráneo, los colectivos, la mesa del hogar, el lugar del laburo, la calle, la escuela, el mercado, el vecino de al lado.
En todos lados está esa pantalla que titila sin descanso y habla sin pausas de una realidad recortada según su ojo, y desde allí se configura a diario un diagnóstico, un número, un resultado, el futuro de todos. Hoy gana uno y mañana gana el otro, y en esa incertidumbre, vamos cayendo en la desesperanza más profunda porque, en definitiva, queremos tener la certeza que ganará quien cada uno quiere que gane.
Mientras tanto pasan cosas muy bellas y significativas: hace 39 años, en la ochava del Hotel del Comahue de la Ciudad de Neuquén, se escribió una parte de la historia nacional, la que nos avergonzó frente al mundo y nos condenó por años a sufrir sus consecuencias y también a ver una luz de esperanza en nombre de la vida.
El Mural se deterioró, y casi agonizante hoy aparecen los pinceles de gente joven con uno de sus autores: Ortega Castellano a plantarse frente a lo que vendrá con los colores vivos de la recuperación.
Quiere decir muchas cosas esta restauración del famoso mural: quiere decir, que todavía estamos a tiempo, quiere decir que jóvenes que representan a muchos toman las riendas de lo que hay que hacer, quiere decir que todavía creemos en la recuperación de lo que somos porque sabemos lo que nos pasó, quiere decir que todavía creemos en nosotros legando en los jóvenes lo que siempre soñamos.
Otra vez, estará allí ese mural hablando por muchos de los argentinos de esta parte de la Patagonia. En unos días se bajará el andamio, volverá la ciudad a pasar casi indiferente frente al lugar, apurados, inquietos, preocupados. Juan Julián Lastra, el escritor neuquino, que recordamos a veces, dijo: “El alma de la ciudad existe”, y es cierto Juan Julián, existe y está entre nosotros.
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