"El Bien" desembarca en el Valle
El viernes 4 y sábado 5 de octubre el dramaturgo, director y actor Lautaro Vilo presentará en nuestra región "El Bien", un unipersonal suyo que está protagonizado por Verónica Pelaccini, la actriz que, aparte de ser una de sus favoritas, es su compañera y la madre de su hija.
Lo importante y saliente de estas presentaciones (el viernes en La Caja Mágica de Cipolletti y el sábado en El Zaguán de Plottier) es que por primera vez traerá una producción suya a los escenarios de la región y la ciudad que vio nacer a este prolífico y genial creador teatral. También será la primera vez que Verónica, actriz de recorrido profesional vastísimo, suba a estos escenarios. La oportunidad era simplemente genial como para que #LaYapaWeb entrevistara a la pareja:
Un hombre de mediana edad, con un pie en el siglo pasado y otro en este, escribe un unipersonal sobre el mundo intimísimo de una mujer en días en los que hay una tensión importante sobre las creaciones que incluyen una perspectiva de género ¿Tuviste que pelear mucho con la autocensura, con lo que se supone que puede o no puede escribir un hombre al respecto?
Lautaro: No, yo creo que cualquiera puede escribir lo que quiera. Y no creo en la perspectiva de género aplicada a lo artístico. Creo que es algo que corresponde más a los estudios sociales, al manejo de los recursos humanos o a los contenidos educativos o protocolos de trabajo, etcétera. No veo una relación con lo artístico específico, con la creación en sí.
El teatro busca conflictos, paradojas, enfrentamiento, drama. En ese sentido escribí una obra sobre una mujer casada como escribí una obra sobre un viudo homosexual en Escandinavia o sobre una serie de personajes, varones y mujeres, medio derrotados en Cabaña Suiza; siguiendo las coordenadas de la historia y del choque entre el deseo de los personajes, lo que sucede en la escena y lo que quieren lograr en cada momento en que transcurre la escena. Trato de ser consecuente con un oficio que intenta ante todo entretener. No hay temática, ni agenda que te libre de esa responsabilidad. Cuando escribo confío mucho en mi propia reacción emocional, si me causa risa, si me da pena, vértigo, nervios, si me hace llorar, está bien. Y listo. Para llegar a eso, corrijo un montón.
Verónica: Lo que pasa es que el mundo íntimo de la obra sea el de una mujer es menos trascendente que la potencia transformadora que ese mundo íntimo tiene, independientemente del género de quien protagoniza. Varias veces escuché el comentario, y yo también dije “Qué bárbaro una obra tan femenina escrita por un hombre”. Quizás, lo que esta mujer atraviesa está socialmente asociado "a las chicas" pero es -ante todo- lo que le pasa a alguien que está cómodamente aburrido; o preguntándose si el amor alcanza para todo, siempre. Es sobre quien se manda hasta la coronilla con toda la incertidumbre del mundo. Y es formalmente una pieza armónica.
Nada de lo que escribió Lautaro sobre Guadalupe tuvo una modificación mía. A lo sumo algo morfológico del párrafo: para que sea más fácil de pronunciar un término si viene después de tal otro, entonces modificar el orden agregar un pronombre para aclarar algo en la dinámica. Nada más. Todo me identificaba, me movilizaba aunque no me sintiera directamente reflejada. Y esa identificación tenía que ver con manifestaciones universales de lo humano.
Hay algunos postulados no explícitos de nuestra sociedad de los que la obra se nutre, son lugares comunes, lugares de concentración de sentido; lugares que de por sí son una opinión consensuada aunque parezca un dato dado; pero la obra redobla la apuesta. La obra abreva en lugares comunes para partir, desde un puerto conocido, a un mar a la deriva, a una tempestad.
VCF: Verónica, de uno a diez ¿Qué tan complicado es laburar con tu pareja como autor y director?
Verónica: Tiene de todo. Durante el período de ensayos es complicado porque hay sobreentendidos, falsos entendimientos, venimos del mismo lugar y volvemos al mismo lugar. Siempre estamos "en la misma". Hasta que se empieza a trabajar y se desgrana el individuo familiar y gana lugar todo lo demás, que es tan rico y heterogéneo. Es fundamental ese desconocimiento para trabajar en paz.
Creo que todavía no dimensiono todo el lugar que ocupa “El Bien” en nuestra relación.
Respecto a trabajar con mi pareja tengo el privilegio de que sea un autor y director muy talentoso, sensible, sutil, ético, ácido y con mucho sentido del humor. Con él es una experiencia que espero se repita. Y anhelo que ya esté elucubrando un nuevo material en el que pueda ser parte. Beto Brandoni me dijo que estaba espectacular “El Bien”, pero que no me engolosine con el unipersonal como los actores/ actrices que después quieren todo para ellos. Igual, larga vida a “El Bien”, ¡que esto recién empieza!
Lautaro: Vero es una gran actriz, y en términos del trabajo en sí es tan maleable, generosa e inteligente que no fue complicado. El tema de trabajar con tu pareja es el entre ensayos. Atravesar un trabajo creativo no es algo cómodo, vas y venís entre la euforia de que estás encontrando algo y la angustia de que no te sale en la siguiente repetición. Y cuando convivís con todo el elenco hay un momento en que el ensayo no termina, sigue en casa o se reinicia en cualquier momento del día. Llegamos a ensayar 3 o 4 veces en un dia, fue intenso. Pero lo haría otra vez sin dudarlo. Encontrarse en estos roles implica también descubrir otras cosas de la persona con la que estás y eso fue extraordinario.
¿Vos Lautaro pensás mucho antes de sentarte a escribir una obra, o aun tenés esa cosa que se tiene de joven y si algo te motiva, le metés para adelante?
Lautaro: Pienso bastante. Pero pienso en el proyecto teatral. Como mi escritura está ligada directamente a un montaje que voy a llevar a cabo, pienso mucho con quién lo voy a hacer, dónde, cómo son las características del lugar en el que se va a representar la obra, el aspecto arquitectónico del teatro muchas veces parece indicarme un formato posible, la duración, etcétera. Dentro de esas consideraciones no pienso en el tema, pienso es el universo de los personajes, el imaginario que aparece ligado a ese mundo que transitan. Luego de toda esa etapa de evaluación, es como si dejara de lado todo eso que pensé y empiezo a escribir.
El tema, el género y el tono, son elementos que aparecen en el accidente de la escritura, a lo largo del trabajo. Una frase, una acción, un movimiento que uno imagina determina un tipo de cuerpo en particular, una dinámica, una entonación, un pathos, y a partir de ahí puede uno empezar a adivinar la forma en que la obra quiere ser escrita. Creo mucho en esto: cada obra te susurra cómo quiere que la escribas. Es un pensamiento medio religioso si querés, no lo podría defender más que intuitivamente, pero a mí me funciona así.
Desde hace años escribís obras chicas, minimalistas, en tanto elenco y puesta en escena. Da la sensación de que es un buen cortafuego a tanta estética de producción grandilocuente que tiene el cine y las series en streaming, que es el mayor consumo cultural de estos tiempos ¿hay algo de eso, o hay otras cosas también?
Lautaro: En términos de los elementos que aparecen en escena, se juntan dos situaciones, por un lado yo creo que al teatro la síntesis escénica no le viene mal y lo disfruto. Por otro lado, también influye una cuestión de producción, los formatos más grandes demandan otro tipo de respaldo que a veces es muy complicado conseguir o sostener. Lo que de todas formas no negocio es la generosidad de las imágenes y el universo que se puede desplegar en la cabeza del espectador, que es un set inacabable y absolutamente eficaz. En ese aspecto sí me interesa ser copioso, bombástico. La ecuación pasa por cuánto te permite imaginar el teatro a partir de eso que viste y escuchaste en la escena. Por eso me dedico a escribir teatro. El bien por ejemplo, es una obra que transita cinco lugares distintos desde los que se aluden a diez lugares más, en donde el personaje interactúa con seis personajes cercanos y unos treinta personajes secundarios distintos. A mí me encanta poder conjugar todo eso en un recorrido dramático y cómico de cincuenta minutos, y que el público “vea” todo eso en escena, que se construye cuando su propia imaginación es “fogoneada” por la obra.
Yo creo que el teatro no ha desaparecido como expresión porque además de la reunión y del vivo de la actuación (que lo diferencian de los otros soportes de las artes de la representación) es un arte maleable, a medida de lo humano, que está construido para darle la posibilidad al espectador de imaginar. No puedo ver un bombardeo, los aviones ni las bombas caer y estallar (eso el cine lo puede mostrar muy bien), pero puedo imaginarlo todo a partir de la representación de un refugio en el que un par de personajes esperan angustiados.
Esta es para vos, Vero: ¿Cambiaron mucho las cosas en el mundo de la actuación con la llegada de los stremings y esa dinámica, o sigue perpetuándose la misma dinámica de siempre?
Verónica: Cambió mucho una parte, y también hay otra que sigue intacta. la parte de la magia, la de que el Corifeo dice " Bacco soy yo , qué sucede" y se constituye una escena efímera y total frente al público, permanece y permanecerá intacta.
Cuando empecé a estudiar, mi primera Maestra fue Alejandra Boero (ella y los Maestros de su escuela como Rita Armani por ejemplo). Alejandra era una mujer formada en el teatro y que actuaba, dirigía y formaba actores. Eso ya era así y estaba dejando de ser así cuando empecé a formarme. Ella tenía muchas reservas y aversión a que sus alumnos empezáramos a trabajar en la tele. Yo creo que ella sentía que nos podía afectar la falta de ensayo que hay en la "tele". No creo en eso de que el actor de teatro no se adapta a la pantalla. Si es bueno, es cuestión de manejar algunas ecualizaciones. Esta frase que es un clásico me gusta para pensar el oficio: el Teatro es del actor /actriz. La tele del productor/a ( ahora más que nunca, las plataformas etcétera) y el cine del director/a (y podríamos hablar también del productor).
En el teatro está todo lo bueno y todo lo malo para el actor/actriz. A buen actor de teatro no hay mal actor en otro soporte.( se me permita el general masculino para que suene bien la frase).
Pienso también en el trabajo en red. En la noción de que sólo no se puede. En la trascendencia que se genera a través del arte sea cual sea su materia ( el aire, la pintura, los cuerpos, el sonido). En lo que aporta el Teatro en términos NO mercantilistas a la vida. Lo fundamental del teatro permanece. Es tan sólido tan flexible, tan noble que no va a desaparecer jamás.
Estamos perdiendo capacidad de lectura. La gente tenemos que volver a hablar en voz alta en grupos. Y escucharse.
Hay un tema con la exposición y las redes. Un tema bien difícil no lo puedo comprehender , menos escribiendo; pero no hay que omitirlo, es un frente al que hay que estar atentxs.
¿Cuál piensan que es la situación actual del teatro? En Argentina, y en esta humanidad líquida en general...
Lautaro: Desde que yo empecé a hacer teatro se decía que el teatro estaba en crisis y no sólo eso, los más grandes decían que cuando ellos habían empezado ya se decía que el teatro estaba en crisis. Así que supongo que así habrá sido siempre. Pero creo que en Argentina hay una vitalidad inusitada, se hace teatro por todos lados.
Hace poco un querido amigo actor y director de teatro que vive en Puerto Deseado (Santa Cruz) me contaba que en la pandemia ensayaban, a pesar del frío, una obra en un descampado, un baldío y que en la primavera y el verano la presentaron en ese mismo lugar y la gente traía reposeras para ver la obra. A mí ese tipo de historias, sumada a la cantidad de gente que estrena, se reúne, ensaya, arma salas, concurre a ver obras de todo tipo, buenas, regulares, malas, me parece que habla por sí mismo. No es normal lo que pasa en este país, tampoco en el aspecto teatral.
Verónica: Para mí como expresión humana, el teatro va a seguir estando igual. Cambiará quizás la expresión humana; eso no sé cómo. Pero lo que pasa con el teatro va a ser lo mismo. Lo mismo que viene pasando desde que existe el Teatro. Creo que el soporte también va a ser parecido. A la larga o a la corta va a haber un tablón o un frente y un público asistiendo a algo que va a pasar. Ese " puente"; " espejo"; "lugar de encuentro"; " revelación" que produce el teatro van a permanecer intactos
Lautaro: Después, en términos artísticos, el teatro es un arte complicado, frágil y anclado en su espacio geográfico y arquitectónico. Por eso a mí me entusiasman mucho las giras, la trashumancia, ver cómo se comporta, de qué manera se adapta y resuena la obra en un nuevo espacio y con un nuevo público.
No sé si artísticamente en general el teatro está atravesando un gran momento. Creo que no. Hay muchos factores que atentan contra la formación y la producción teatral en esta época: el individualismo exacerbado, el culto a la pantalla, el aislamiento que inculca, el orgullo por la ignorancia, la dificultad de sostener proyectos grupales a mediano y largo plazo, el hedonismo vago de querer tener resultados ya, y una manera de convivir que no puede transitar el conflicto interpersonal sin que se transforme directamente en un enfrentamiento de bravucones sin cuartel. A fin de cuentas el teatro consiste en trabajar con gente, sortear dificultades, bancarla, discutir, amigarse, aprender de los otros, armar grupo, sostener un proyecto. Las mejores expresiones teatrales son hijas de la repetición, los mejores grupos son organizaciones que han convivido largo tiempo. Y eso es lo que esta época pone en jaque. Quizás la naturaleza intrínseca de lo grupal que define lo teatral sea lo que lo preserve en el futuro, como una actividad que cada vez va a estar más opuesta a la experiencia cotidiana de aislamiento y alienación.
¿Cuál piensan que es la importancia de “El Bien”, qué es lo que más aporta?
Lautaro: ¡Eso es algo que tiene que responder el público!
Verónica: Yo creo que El Bien aporta a sus espectadores una respetuosa valoración de ellos mismos. Cuenta con la inteligencia, sensibilidad y sagacidad del espectador para desarrollarse. Es generosa en el sentido de que no pide nada y da mucho desinteresadamente. Cada cual toma lo que puede y quiere. Tiene múltiples niveles de lectura. Es noble. No tiene una pizca de solemne.
La importancia está radicada entonces como buen ejemplo de todo lo que se puede hacer adentro de un unipersonal. Es que hay un solo cuerpo pero la historia no depende de eso.
No se mete con el público, no hay que " sostener" al actor ( actriz en este caso) ni con risas ni con exclamaciones ( que las hay de todos modos). Estamos tranquilos, vamos a El Bien.
Lautaro: Es Hamlet quien dice que el propósito de la actuación (del teatro) es “ponerle un espejo a la naturaleza, mostrarle sus propios rasgos a la virtud, su imagen al vicio y exponer las características de cada época y lugar”, algo de eso es lo que intentamos siempre que hacemos una obra. En este caso, el silencio y las risas cómplices parecen indicar que lo logramos. La obra tiene momentos muy emotivos y momentos muy jocosos. El trabajo de Verónica es espectacular. Pero es algo que tiene que responder el público. Una obra te puede aportar tantas cosas distintas, para mí algunas obras fueron una revelación.
En definitiva: ¿es posible imaginar qué será de las personas vinculadas al teatro en 20 o 30 años, esto sirve pensarlo globalmente o es bueno reconocer nuestras “periferias”?
Lautaro: Seguramente habrá una parte de la actividad que estará integrada o será creada directamente dentro de experiencias tecnológicas más o menos interactivas y virtuales, y por otro lado, supongo que habrán algunos que se juntaran dos o tres veces a la semana a ensayar y encontrarle nuevas resonancias a un texto que alguien escribió, como los que se juntan hoy a escuchar e intercambiarse vinilos en una plaza, o a tocar un cuarteto de Bach. Habrá muchos que dirán que el teatro está en ese momento atravesando la peor crisis de su historia y alguien que, en una reunión le propondrá a otra persona hacer una obra.
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