El Colón como recuerdo imborrable

Por Hilda López

Hoy miraba extasiada un video con el anuncio de estreno de “Carmen” de Bizet, con el Ballet estable del Teatro Colón y la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, todos bajo el lente y batuta de Julio Boca el gran bailarín argentino internacional. Con ese estreno se festejará el cumpleaños número 100 del Colón, sin dudar, el más importante de los nuestros y entre los mejores del mundo.

Recuerdo haber estado allí con motivo de uno, entre varios otros, de los festejos del Día de la Mujer, un 8 de Marzo de hace más de 25 años. Entonces trabajaba en la prensa del Consejo Nacional de la Mujer dirigido por Esther Schiavoni de Rachid, de una inteligente y activa personalidad al comando del primer organismo de ese perfil, creado durante el Gobierno de Carlos Menem.

Durante un poco más de un año estuve en esas oficinas y pasillos inquietos de mujeres trabajando en distintos programas con la intensidad que la directora ponía en cada paso que daba: charlas, visitas barriales con organizaciones de mujeres convocando a las actividades que se desplegaban en cada lugar, entrevistas, propuestas, logros y sueños.

Para el Dia de la Mujer de ese año, se preparó en el Teatro Colón una recepción a Hilary Clinton, quien se encontraba en pleno apogeo de su vida política en Estados Unidos.

Los preparativos fueron mayúsculos, teniendo en cuenta, no solo la importancia política de esa presencia, sino lo que a su alrededor provocaba: medios de comunicación, seguridad a granel y curiosos infaltables giraban a su alrededor. Mi tarea en prensa era trasladar todo lo que acontecía a los medios con quienes, para entonces, había logrado cierta confianza y respuesta.

Ese día nos trasladamos al Teatro durante la mañana, quien era la Secretaria de Esther con alguna empleada más, para estar atentas en la previa. Recuerdo que el personal de seguridad del teatro y policial estaban recorriendo butaca por butaca con linternas y perros revisando cada detalle de las mismas, desde el piso, hasta llegar a los palcos, uno por uno, cortinados y todo aquello visible que se encontraba en el lugar. Cerraron el ingreso al Teatro a partir de ese momento y hasta que se abriera a la hora del acto, nosotras quedamos adentro. Aparece en mi mente como una película el recorrido que hice mirándolo todo: era como estar en una nave a punto de zarpar iluminada para ser vista desde cualquier otro planeta del espacio. Nunca había visto tantas luces, tanto brillo, tanto terciopelo, tanto rojo, tanta belleza. En la soledad de ese momento grabé para siempre esa imagen, era como un sueño de cuento: el teatro y yo.

Luego se rompió el encanto cuando la realidad hizo subir a escena a Hilary acompañada de Esther quien la presentó con cálidas palabras para dar lugar a las de la invitada. Con la traductora correspondiente y los auriculares en cada uno de los presentes, escuchamos sus saludos, buenos deseos, agradecimientos, etcétera, etcétera.

El final de la jornada nos llevó hasta las afuera del teatro (rodeadas de seguridad) y la tuve frente a la visitante, una mujer simpática, sencilla, cálida. Solo la miré atenta y creo que me miró. Ya desplazándonos para retirarnos alcancé a levantar un audífono pequeño que se la había caído a una periodista muy joven, que, a través del tiempo, resultó ser Cristina Pérez, hoy reconocida en los medios nacionales.

Recuerdo ,simplemente, a los 100 años del Teatro Colón, ese espléndido lugar que aquella vez me llevó en un viaje inolvidable y que me hace sentirlo propio, como uno de los tesoros sin precio que tenemos los Argentinos.