El futuro llegó, hace rato
Quien tenga la edad suficiente, sea argentino o argentina y guste del rock sin tanto apego condicionante al "no, a mi me gusta solo tal o cual género", recordará la enorme sorpresa de escuchar en la radio de noviembre de 1998 la batería programada de "Las increíbles aventuras del Capitán Buscapina en Cibersiberia" (acreditada en el disco como "audio-game"). El sacudón fue fuerte, hizo olas.
Ninguna canción de los redondos había tenido hasta entonces -y con 20 años de trayectoria de la banda a sus espaldas- esa coloratura. Pero ni por asomo. La pregunta era ésta: si la entrada al disco era así ¿Qué nos depararía el resto de la placa?
El futuro. Esa fue la respuesta. Habrá quien lo haya visto allá, hace 26 años, habrá quienes no. Pero eso, el futuro, era lo que se abría ante los ojos de quienes quisieran prestar atención.
La sorpresa era grande, porque los millones de fanáticos de la banda esperaban otro disco épico de rock hecho y derecho como el "Luzbelito", pero para nada se esperaban un mood industrial y electrónico, dark y filoso en la que por aquel entonces era la banda de rock de guitarras, la gran banda del rock and roll del país.
La cosa fue buena, se agradece que haya permanecido en secreto creativo, la cosa se puso tirando a espectacular.
A lo largo de los tracks de uno de los discos mejor diseñados de la historia argentina (el laburo del maestro Rockambole y su equipo es el más sofisticado de todos los que le hizo a Patricio) las imágenes que mezclan el anuncio de la llegada de la era de la alienación por la vía de la tecnología con el pedido de resistir aferrados al instinto primal de la tribu humana se van sucediendo en un ring de música que mezcla esos "audio-games" programados en loops de síntes y ritmos de batería electrónica con la ya célebre tracción a sangre del clan Patricio Rey. A este mix, súmenle uduks, trompetas y alguna que otra tecla tipo rhode que no había pedido pista nunca en un disco de los redondos hasta este punto.
El resultado final es el disco más sombrío de Patricio Rey, un trabajo anticipatorio y poderoso, que ha envejecido con una gracia que quizás ningún otro disco de la banda pueda presumir.
Finalmente en "En el árbol del gran bonete" , quizas la canción más expresionista y sombría del disco, Solari advierte que para que la adormidera se consume, lo que se viene es "Un Dios nuevo, mejor hecho, y bajo nuestro pulgar".
Ahora pensá con que dedos escribís todo el día en el teléfono...
"¿Tiene usted para mí alguna luz en esta noche eterna?"
Feliz cumpleaños al disco que narró la llegada de un siglo que está siendo.
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