El hambre, ese miedo
- layaparadiotv
- 14 sept
- 2 Min. de lectura

Por Hilda López
Caminaba despacio, iba hacia algún lugar, y como en el cuento, detrás de las migas que se percibían pequeñas en el camino. Un sendero de promesas alentaban sus raquíticos pasos de hombre por ser vencido en pocos minutos más. Pero no, seguía y seguía sin pausa con el aliento tibio humedeciendo sus labios.
Iba siempre hacia adelante, de vez en cuando se distraía para mirar el costado donde las piedras marcaban el rumbo.
El hombre camina inexorablemente hacia el pan.
Miguel Hernandez, (1910-1942), el poeta español condenado a morir solo por escribir. Asi rezaba en el auto de procesamiento del poeta decretado por el juez militar Martínez Gargallo que hace especial referencia a la «activísima labor literaria». Efectivamente, ese fue su delito.
La actividad política del poeta lo llevó a la cárcel después de la Guerra civil española. Le dieron cadena perpetua y murió atacado por la tuberculosis en el penal de Alicante el 28 de marzo de 1842.
“El Hambre” es una poesía de su autoría musicalizada por Joan Manuel Serrat. Una desgarradora radiografía del hambre, tan cerca de los miedos en estos tiempos.
EL HAMBRE
Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.
El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende.
Y la ferocidad de nuestros sentimientos,
allá donde el estómago se origina, se enciende.
El hambre…
Tened presente el hambre.
Tened presente el hambre.
El hambre…
Tened presente el hambre.
Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.
Arroja los estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.
Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanza motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores.
Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa.
El hambre…
Tened presente el hambre.
Tened presente el hambre.
El hambre…
Tened presente el hambre.
Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.
Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.
El hambre…
Tened presente el hambre.
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