Enrique el fanático
Este artículo fue publicado originalmente en el matutino La Mañana de Neuquén
“El fanatismo es la pasión o actividad manifestada de manera desmedida, y tenaz de una religión, idea, teoría, cultura, estilo de vida, persona, celebridad o sistema, entre más aspectos que podrían desencadenar un fanatismo”
¿Es bueno o es malo ser fanático?. La respuesta debe ser directamente relacionada con los resultados de su práctica y o manifestación. Vemos muchos actos, decires, basados en el fanatismo que producen mucho daño, y también aplaudimos cuando de adhesión se trata sobre ideas, símbolos, a las que nosotros en forma personal coincidimos.
En el arte es común decir que “soy fanático” de tal o cual artista u obra que le pertenezca. En Neuquén tenemos varios fanáticos que nos llenan de buenas cuestiones para el espíritu, por ejemplo: Enrique Nicolás, el músico pianista, arreglador cordobés que hace muchos años vive en esta tierra( llegó muy joven), y no ha parado de proponer y hacer música de sus amores empecinadamente.
Esos amores tienen historia, porque ha sido pianista de grandes músicos, tocó, acompañó y acompaña a nombres íconos de la música como Horacio Larumbe, “el señor del jazz” premiado y reconocido internacionalmente, todos ellos forman parte de su patrimonio personal que guarda y cuida con respeto y orgullo. Enrique se dio el gusto de tocar en Jazz & Pop (Buenos Aires) con Jorge "Negro" González, Junior Césare, Néstor Astarita, Fats Fernández, Ricardo Lew y en Neuquén con los hermanos Carlos y Mario Gimenez.
En Neuquén, fue docente en la Escuela de Bellas Artes veinticuatro años, y desde el piano, sabe de que se trata para acompañar a quienes estudiaban danzas. Ha formado grupos, pequeñas orquestas y músicos nobeles para interpretar el ritmo de su pasión: el tango.
En su historial, señala lo aprendido con los grandes maestros del tango: - acompañó a Enrique Dumas, Claudia Mores, Daniel Cortés, Raúl Lavié, José Angel Trelles, María Graña, Lucila Juárez, Matías Velázquez, Fabio Balbarrey, Marina Blanco, Guillermo Fernández y Rubén Juarez.
Este artista, hacedor sabe la materia: compases y secretos que esa música ciudadana tiene como perlas escondidas en su seno. Como amante del jazz, género que conoce muy bien, se prende cuando se encuentra con pares a degustar unos bocados sonoros sabrosos, pero, siempre Enrique es sello en el tango. Cantantes mujeres y varones han pasado y pasan por su música y como un mantra en su vida, repite los compases de su profunda convicción: el tango es la expresión popular de una cultura que no está en discusión.
Al frente de la Orquesta Provincial del tango, ha recorrido buena parte de esta provincia, escuelas y centros culturales. Ha participado del Festival de tango que se lleva a cabo en esta ciudad todos los años de la mano de Laura Sidera y Mauricio Monzón y, actualmente, es el Director y arreglador de los Ensambles de Tango y de Folklore de la Escuela Superior de Música en la Provincia.
Hay algo más de este cordobés neuquino: tiene dos hijos: Jeremías y Ezequiel, ambos son buenos músicos y como no podía ser de otra manera, Enrique construyó el contrabajo que Ezequiel usa en su andar musical, no vaya ser que se le escape una cuerda al pibe. Ellos ya tienen la llave del camino elegido: hacen música, la que desean y todo indica que hay fiesta de los Nicolás a su antojo.
¿Qué tiene Enrique con el tango?: metejón, pasión, amor y en términos del lenguaje popular, es un ¡Fanático ¡y parece ser que es bueno serlo, le hace bien al tango y a mucha gente.
Para finalizar y de yapa, compartimos su presentación junto a Lucila Juárez en el Festival de Tango de La Falda
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