¡Este sí que es un León!
- layaparadiotv
- 19 sept
- 2 Min. de lectura

Por Hilda López
León Gieco, santafesino y argentino de raza es reconocido como lo que es: un artista completo. Autor, compositor, cantante, instrumentista, maestro, gestor cultural, solidario, comprometido con su talento que desparrama por donde camina.
Lo recuerdo las veces que anduvo por estas tierras. Lamentablemente no puedo precisar el año, pero fue entre 19989/91. Yo vivía en calle Juan B. Justo de la ciudad de Neuquén, a una cuadra de la Avenida Argentina, donde hoy existe un Banco. La casa estaba en el centro de la manzana, tenía un patio de baldosas, algo de verde, una parrilla, un solo árbol de eucalipto medicinal que perfumaba el aire, y un pasillo muy largo desde la calle a la casa. En ese patio, siempre y al costado, mi bicicleta pintada color rosa que usaba y compartía en algunos momentos.
El Centro Cultural Simón Bolívar convocaba a los artistas nacionales mezclados con los regionales y llegados de otras patrias amigas, los que comían y dormían (algunos) en mi casa convertida en posta de viajeros y amigos. Llegó León con su cautivante personalidad para una de sus actuaciones, y la casa se pobló de gente que entraba y salía para saludarlo, verlo, escucharlo. Uno de los mediodías, León me había pedido que hiciera una carbonada, y así la hice. La mesa se instaló en el patio, ya que el espacio del comedor de la casa resultaba pequeño para tanta gente que se sumaba.
León, en medio de la mirada del resto de los comensales, observó la bicicleta rosa y preguntó: ¿ quien anda en esa bicicleta?, acercándose a ella y probando su tamaño, altura, etcétera. No alcancé a contestarle cuando ya estaba trepado en ella y salió por el pasillo largo hacia la calle.
Efectivamente, el trovador salió a dar una vuelta: “¡ya vuelvo!”, gritó.
La mesa estaba lista, la carbonada también, pero el homenajeado no llegaba, se demoró el tiempo que la sorpresa conmovía a los transeúntes que seguramente lo detenían por la calle.
Cuando volvió, la carbonada estaba un poco más cocida y los amigos un poco más hambrientos. Alcancé a decirle algo que ni recuerdo y respondió algo que tampoco recuerdo.
Ese almuerzo está grabado en el recuerdos más gratos que guardo de esa época y de este artista fenomenal, tan cercano, tan amigo, tan verdadera su humanidad.
León dejó una cartita manuscrita que tengo en un cuadrito que guardo celosamente. Como está poco legible por el paso del tiempo, dejo aquí copia de su texto:
“Hilda: te agradezco tu amabilidad, te quiero mucho y te respeto también. ¡la bici rosa!. Félix es increíble persona. Cualquier cosa que necesites contá conmigo, te quiero: León”
(Nota: Félix Fernández, mi amigo que trabajó mucho en todas las gestiones)
Hoy sabemos que León Gieco fue declarado Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Córdoba. No podía ser de otra manera si ese título debe estar en manos de gente que sabe mucho del país, de sus dolores y sus logros, de su gente y sus paisajes. Está en buenas manos.
¡Felicitaciones amigo León!. Cuando quieras, ¡una carbonada puede ser un buen festejo!.








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