Barraza hipnotizado, enterate porqué
Sabemos que Fernando Barraza es un tipo especial y lo es aún más de lo que pensamos a la hora de opinar sobre música, discos, autores, intérpretes. Siempre anda detrás de los vinilos buscando surcos nuevos, aquellos que lo puedan hipnotizar como le ocurrió y lo cuenta en este hermoso relato. La Yapa te banca Fernando!
Te cuento una de sábado a la noche.
Resulta que el martes me dormí escuchando a Dolina, y quedó la radio sonando. A las 4 de la mañana del miércoles me despierta una guitarra que venía del medio de la nada, entre sórdida y bella, y en dos compases entra Cacho Castaña cantando "La balada del diablo y la muerte" de La Renga, pero como si fuera Johny Cash en los "American Recording". Yo no lo pude creer.
Tardé bastante en reconocerle la voz, pero no porque me haya puesto a escuchar con atención quien era para sacarle el nombre (como hacemos siempre), lo que me pasó es que me perdí por completo en el hipnotismo que propone la versión. Quedé lelo, atrapado por ese don que tiene el tipo -por más que nos pese lo fascista que es- para decir cantando y también en la increíble producción minimalista (¡hermosa!) del genial Rafael Varela.
Yo no sabía nada de eso en ese momento, no tenía el contexto. En este instante que te estoy contando, solo éramos la noche, el otoño, la helada empañando el vidrio de la ventana de mi pieza, la luz que se colaba por entre la alameda, la voz de Castaña, la guitarra de Rafael y yo.
Después, cuando terminó la canción, apareció Varela contándole al conductor de la trasnoche de la radio qué es lo que había hecho en este disco, y por qué lo había hecho con Cacho Castaña y no con otra persona. Era interesante lo que decía, lo escuché un ratito, pero no me quedé a escucharlo todo. Prendí la luz de la pieza, agarré el teléfono y me fui de raje a Spotify a escuchar el disco entero, porque no podía creer que tras décadas de haber decidido que lo único que me daba Cacho Castaña era tirria por quien es, estaba decidido a dejarme conmover por sus dotes de intérprete.
Y eso pasó.
El disco entero es una sorpresa total y no te puede dejar indiferente. La versión de "Imágenes paganas" que hacen me agarró caminando ayer por las chacras del barrio, con auriculares, mirando las hojas caer en medio de la calle, y me hizo llorar, por darte un ejemplo.
Ahora, como te digo una co, te digo la o: me fue bastante mal con mis amigues cuando quise compartir este descubrimiento. La mayoría me sacó cagando, otres se rieron y después... ¡también me sacaron cagando! Solo uno abrió la puerta a la sugerencia y se mostró sorprendido y gratificado (¡gracias Lautaro, siempre con el pvjv receptivo peñi!).
Hoy se lo mostré a mi compañera, que me escuchó un rato, mientras le iba contando que me había pasado con el disco, y creo que se emocionó un par de veces mientras escuchábamos algunos temas.
Se que más de uno dejará un comentario con sorna aquí abajo, los espero, porque a lo mejor yo haría lo mismo si algune de ustedes escribiera esto que estoy escribiendo. Hay sobrados motivos para odiar a Cacho Castaña como persona, toda vez que sus manifestaciones públicas sobre temas sociales y humanos han sido una barbaridad tras otra en los últimos diez años.
Yo he sacado del radar de mis preferencias a algunos artistas porque me abruma la clase de personas que son. Lo hice con Woody Allen, con Gary Glitter y con Roman Polansky, por ejemplo. Me importa tres pepinos que me digan que es una brutalidad hacer eso solo porque esos seres humanos me espantan, pero lo siento por quien se desarme en tatar de explicarme que no es así. Para mí es así.
Ahora, el miércoles a la madrugada Facho Fastaña me enseñó algo que no sabía: se puede dar un paso atrás cuando la obra es tan grande que una de esas personas que mandaste a la papelera te agarra desprevenido y te conmueve. Y el mundo después sigue, eh, no es que se cae una muralla de amoralidad sobre unx ni nada por el estilo.
Solo hay un paso hacia el costado y un replanteo en silencio, luego hay una pieza artística bella más en tu historial de emociones, que no es poco ¿verdad?
Bueno, eso pasó esta semana y se los quería contar. Tan simple como eso.
Dejo el enlace, quien quiera oir... que oiga!
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Es que, Fernando, de no ser así el mundo, la vida, no nos dejaría alternativas.