La luna y Rodolfo Walsh

Cada mañana que vengo en tren a la ciudad a trabajar, me bajo del vagón en destino a las 6.30 AM, rearmo mi bici plegable en el playón de la estación central y subo por la avenida pedaleando.

Tengo varios saludos programados para el viaje y siempre los cumplo. El primer saludo que hago es al querido chachita don Marcelo Berbel, que me mira sonriendo desde la estatua que está enfrente del banco. El segundo va para una xenka (calandria) que canta fuertísimo en las moreras que están frente al batallón. El tercer saludo es para nuestro peñi Rodolfo Walsh, quien clava la vista lejos, hacia la salida del sol, desde el busto que hizo con tanto amor y talento el maestro Jorge Michelotti pocos años antes de partir.

Hoy tuve que parar la marcha después de saludarlo e ir a tomar una foto porque por detrás de su busto nos cubría de luz pur kujeh, la luna llena, y la vista era superlativa. Demás está decir que lamenté profundamente no estar junto a Miguel Villegas, Nico Maiolo o cualquier otra bestia de la fotografía, porque no alcancé a capturar el esplendor lunar y me quedó ese globito de fondo que se confunde con las luces de la calle. Parafraseo a ese buen poeta de la canción en español que todo el mundillo intelectual desprecia, pero en secreto escucha: "confundí con estrellas (en este caso la luna, bah) las luces de neón".

Bueno, no importa. Subo igual la foto, ustedes imaginen el cuadro completo: el peñi Rodolfo mirando como siempre los primeros destellos de la alborada, que surgía a velocidad astral a mis espaldas; la luna, espléndida, por detrás del busto del peñi; todos los pájaros que se imaginen cantando y un jovencísimo suboficial del ejército que paseaba a su perro riéndose porque este servidor habla con una estatua.

Gracias a don Marcelo Berbel, a la calandria, a la alborada, al compañero Rodolfo y sobre todo en esta oportunidad a la luna, que en las fotos se camufla con las luces de Neón, no por traicionera, ni ningún otro antojadizo mal comportamiento que queramos endilgarle de puro antropocéntricos, sino porque todavía apuesta a que salgamos a saludarla como corresponde, sin tanta lente ni tanta red social de por medio...