La poesía viva de Berbel
- layaparadiotv
- 5 oct.
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Durante la noche de este primero de octubre próximo pasado nos reunimos unos pocos amigos en el "Cultural Berbel" del Barrio La Sirena.
Mates, algunos bocados y mucho afecto alrededor de Marité Berbel. Muchos saben que nuestra cantora está en una etapa difícil de su salud pero esperanzadora por todos los motivos que ella misma genera.
Anoche cantó y una vez más , puso en alto la poesía de Marcelo Berbel, su papá. Esa poesía, que subyace en el vientre de la tierra patagónica y que muchos músicos, cantores, artistas al fin, no descubrieron aún. No saben lo mucho que sus poemas aportan a la cultura de la región de desiertos helados.
Sorprende siempre el paisaje, la gente, el sentir de esas pequeñas cosas y momentos que construyeron y lo siguen haciendo, familias enteras desparramadas detrás de la montaña, al costado del rio, de los lagos, de la tierra empecinada regada de pehuenes y el fruto ancestral de la vida: el piñón.
Sorprende también, la ausencia de esta poesía en el repertorio de quienes expresan el canto popular en esta región. Sorprende porque entendiendo que ese concepto, esa idea, ese sello de "lo popular" está destinado a creer que cada uno de los habitantes de la misma tierra se expresa en el arte de diversas formas y lenguajes y se encuentra en el mismo lugar de su pertenencia. Hay una camada de autores y compositores argentinos y de América latina que son parte de esa plataforma inquebrantable donde se apoya la historia para ser contadas con verdades.
Podemos nombrar a muchos y cometeremos el error de dejar afuera a muchos otros. En la canción hay, también, que de ellos hay quienes aparecen a través de algunos intérpretes. Lo que si me animo a afirmar, es que en esta región, hay muy pocos que cantan las canciones de Berbel, repito, no figura en el repertorio habitual.
Marité, como continuadora de las formaciones con sus hermanos, se encarga, sumando a sus hijos Traful y Rayén, en sembrar esa semilla del viejo Tata Berbel.
Anoche 1 de octubre, la mesa se sirvió con poesía desconocida y musicalizada por Traful y conmovió la entrega encarnada en la voz de ella, esa mujer que canta, ríe, cuenta, y que también cantó a Dávalos, Falú, Heredia.
Una fiesta, esas fiestas sin ruidos ensordecedores, con el alma desnuda y quieta, como es el alma porque sabe que tiene vida eterna.








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