La señora que viaja a Ávila
- layaparadiotv
- 15 jun
- 3 Min. de lectura

Por María Aurelia Martínez
Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios,
una de las dos Españas ha de helarte el corazón
Antonio Machado
En época de grandes grietas civilizatorias (por darle algún nombre), me reencontré con este recuerdo escrito.
Yo estaba en una terminal de autobuses de Madrid con un grupo de amigas, nos íbamos a Ávila, la ciudad de Santa Teresa de Jesús.
Durante la espera distingo a una señora prolijamente vestida, zapatos y cartera impecables, saco y falda claros. El pelo completamente blanco, sujeto con un moño, detalles ínfimos que capto apenas su mirada se cruza con la mía. No duda para acercarse y hablarme.
¿Argentinas?, me pregunta. Supongo que nos escuchó hablar.
Tengo una debilidad con las personas mayores, me producen ternura. Esta mujer parece llevar suspendidos en su aura hijos, nietos, familia numerosa. Mi imaginación lo decide: - mujer de su casa - señora de hogar - amable y conversadora.
Sí, somos argentinas y estamos en España por primera vez. Es muy bonito Madrid.
Sí. ¿Verdad que es muy bonita? Pero ya no es lo que era … ya no es la misma gente de hace unos años… hay mucha gente de otras partes, gente distinta que ha venido. ¡No lo digo por los argentinos, no, qué va! Digo por esas mafias…los chinos…los rusos… Mala gente. Era mucho mejor antes…
Antes… ¿Antes cuándo? No especifica, pero entiendo en el acto. Su verborragia arrecia como agua que viene sin diques.
Mire usted, yo nunca tuve nada pero era feliz. En aquellos años no tenía nada, solamente lo puesto, pero eran años tranquilos, en paz, se vivía bien y le insisto, yo no tenía nada pero vivía feliz. Si yo no sé qué tienen que decir de ese hombre: era un pedazo de pan. ¡Qué va!
Pongo toda mi atención mientras ella continúa.
Usted fíjese que se lo dije a esa periodista, sí, se lo dije porque tuve la oportunidad. ¿Usted qué se cree? ¿Que yo soy imbécil? ¿Qué no sé pensar? ¿Se cree que yo no ví nada? ¿Se cree que yo no sé lo que pasaba? ¿Usted se cree que es más inteligente que yo? ¿Por quién me toma usted?
Aclaro que nunca supe a quién se refería.
Lo que pasa es que ustedes hablan desde el rencor, desde el resentimiento, eso es lo que ustedes tienen, resentimiento porque perdieron, porque son unos tristes perdedores y la rabia no los deja vivir. El rencor les envenena la vida, les envenena la sangre, eso es lo que les pasa …
¿Cómo terminó aquella conversación? No recuerdo, llegó la hora de subir al coche para hacer el viaje, ella en su asiento y yo en el mío.
Ahora leo estas preguntas que yo me hice cuando dejé escrita esta anécdota para no perderla. Algo romantizadas, pero no por eso menos contundentes.
¿La señora no habrá oído sobre los niños que no volvieron? ¿No habrá escuchado la soledad de los escapados? ¿Ni la lengua de las mariposas o las bicicletas del verano? ¿Ni habrá sabido de los poetas muertos, ni de los que no eran poetas pero igual de muertos, y de muertas? ¿Ni de la sangre o de la paloma herida habrá escuchado hablar?
Aquí, en la ferocidad de las palabras de la señora de Ávila, se resume un estado de cosas que parece no somos capaces de superar. En este caso sirva España como claro ejemplo de esa interioridad humana que tiende a dividirse y no encuentra término medio, ni sosiego.
Aplican aquellos versos de Antonio Machado, la profecía del poeta anticipa que allí, donde cada uno o una se encuentre estará expuesto a que otra mitad le pueda caer encima. Dos mitades entre las que el mundo parece balancearse peligrosamente.
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