La vida de los tomates
Los tomates no necesitan a Wall Street. No saben de criptomonedas, de acciones en la bolsa, del interés en tasas en la que no se bebe otra cosa más que el desengaño.
Un pedacito de tierra, un poco de agua todos los días, y hete aquí los tomates que ahora reposan en mi mesa.
Quizá alguna vez se entienda la pureza del mensaje de los tomates, que se construyen a sí mismos en el patio de tu casa, mientras te ocupas de la Internet, las redes sociales, las noticias de los diarios y muchas otras cosas que no se comen.
En esas rojas caras sin ojos ni orejas ni bocas pero igualmente expresivas, está, intuyo, la realidad de la vida, sin adornos ni tapujos. Una piel firme, y, dentro, las semillas para seguir regalando más vida, rodeadas de carne palpitante y agua generosa.
No necesitas a Wall Street, ni el precio del crudo, ni un acuerdo con el FMI, ni pacto social alguno que implique la retorcida experiencia de los explotadores.
Solo ve al fondo de tu casa, haz un hoyo en la tierra, pon la semilla, riégala pacientemente, y al cabo de unas semanas, tendrás el espléndido fruto en tu mesa servido, sin transacciones comerciales, sin entregar el orgullo, sin plusvalía ni paritarias ni vacaciones pagas.
Los tomates no necesitan a Wall Street, y hace muchos años que están tratando de decirnos que nosotros tampoco, que estamos equivocados, que la vida solo es semilla, fruto, y semilla nuevamente.
Rubén Boggi #mensajeoculto #rubenboggi #lostomates #layapaescultura
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