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La vida secreta de la vida

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Por María Aurelia Martínez


Me llegó una publicación que no es que haya sido difundida en los grandes portales hegemónicos, está dentro del ámbito de las noticias científicas, por eso a ellos (los portales hegemónicos) no les interesa.


Dos físicos de la Universidad de Stanford han presentado un apasionante estudio, donde señalan una paradoja de la Inteligencia Artificial Generativa. En esencia, sus algoritmos se limitan a copiar y, por lo tanto, los productos creativos que puede desarrollar se basan en algún fallo del sistema.


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El estudio analizó cómo procede la IAG para crear imágenes. Trabaja con millones de imágenes que se encuentran en internet y al mezclar todo ese material logra producir algo nuevo, y concluyen: “Si funcionara perfectamente, solo debería memorizar. Pero no es así, es capaz de crear muestras nuevas”.


La tecnología que se emplea para fabricar imágenes con IAG se conoce como “modelos de difusión“. Trabajan con un proceso que convierte una imagen en un grupo incoherente de pixels y luego los vuelve a rearmar. Pero si el mecanismo es deshacer para luego rehacer. ¿Cómo se consigue entonces que se produzca algo nuevo? Y acá algo impensado (¿podríamos haberlo pensado?): lo nuevo se produce por un fallo técnico del proceso de difusión de las imágenes. Ese fallo es una consecuencia de cómo está construida la IA… el estudio demuestra que lo mismo sucede en la morfogénesis, que es el proceso por el cual un organismo vivo se forma y se desarrolla. Alan Turing descubrió cómo las células se multiplican y dividen en “equipos” especializados, unos dedicados a fabricar los miembros, otros los pulmones, otros el corazón, y así con todos los componentes.


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Cada equipo “sabe” lo que tiene que hacer, pero desconoce lo que hacen los otros. No existe un director general que conozca todo el proceso. Es una fábrica en la que miles de millones de células no tienen un CEO. No existe un plano del organismo desde su inicio hasta su finalización. La morfogénesis es una estructura equivalente a la IAG. Trabaja y va corrigiendo los errores a partir de señales que emiten las células y los equipos unos con otros. De tanto en tanto, hay errores que no se rectifican, lo que da lugar a anomalías de distinto orden e importancia, como una mano con seis dedos o una malformación cardíaca. El paralelo entre la creación de imágenes y la morfogénesis, estriba en que ambas crean algo nuevo a partir de un fallo en los sistemas. Para que exista creatividad es preciso que el proceso se aparte del patrón, dado que el patrón tiende a la repetición de lo mismo.


Las consecuencias de este estudio es el perfeccionamiento de las técnicas de manipulación genética. Se podría detectar una anomalía en un embrión casi al instante de haberse formado, empleando los modelos de grandes lenguajes y su capacidad predictiva. Sí, produce un poco de miedito porque desearíamos que “buenas manos y buenos espíritus”, exclusivamente, tengan acceso a este proceso. Si no, piensen en esto: ventajas y evitación de sufrimiento que esto supondría para millones de personas, y la posibilidad de que se abra la puerta a un mercado de seres “a la carta” y empresas promotoras de una raza superior. Que sabemos, ya existen.


La ciencia (o una parte de la ciencia) se empeña en conseguir el determinismo absoluto y esto no hará más que acrecentar la ferocidad de los efectos de retorno que ya estamos comprobando.


Pienso en estos organismos de hoy donde se producen errores, que no se corrigen, cada equipo hace lo suyo, no le importa en absoluto lo que hace el otro, así estamos padeciendo una malformación incontrolable.

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