La mesa está servida.
Intenté coordinar una nota periodística con Daniel Risso Patrón a propósito de la edición de su nuevo libro, Mesa, pero el tipo se hizo el tímido. Me envió un .pdf y cuando le pedí que me grabara un par de audios me dijo:
“tengo anécdotas de la colimba, las cien mejores anécdotas de la colimba, ¿puedo con eso?”
Le conté que podíamos hacer la nota hablando de la colimba aunque prefería hablar del libro que estaba por publicar, pero no tenía forma de grabar la entrevista y la misma tendría que discurrir a través del Guasap:
“el caso es que tengo que laburar yo, hay un texto auto referencial que lo mandé a solapas… es cortito... y viene a cuento como para re preguntar... luego te grabo, ahora estoy firmando autógrafos, fans, etcétera... a dos metros de distancia y con cuidadosss por favorrr…, si si si, ¡¡¡ya voyyyyyyy!!!"
Entonces, como Maradona, como Borges, Daniel me envió su biografía en tercera persona:
“Nace el tipo en 1958, en San Martín de los Andes. Vive intermitentemente en distintos rincones de la Patagonia Norte, entre Neuquén y Río Negro. Se diría que varias ciudades, de Neuquén a Viedma, conocieron sus pasos, sus ritmos, su sóngoro cosongo –Nicolás Guillén, te nombro. Se pone a escribir ya de grande, y gusta.
Se da cuenta que pierde el sueño por el amor, la existencia, el absurdo y el humor.
En un movimiento torpe de desvelado publica en el 2014 “Que al hombre que lo desvela” –Martín Fierro, te nombro–, una recopilación de textos cortos.
Pero estaba la poesía, la sóngoro cosongo, siempre, siempre, tambor, tambor, agazapada, allá atrás.
Y acá está, en esta mesa. Leed, mortales.”
quiero tener una mesa
que tenga madera buena
en cuatro patas con tierra
quiero que esté clavada
a la tierra de este mundo
quiero patas de mesa y polvareda
cuando la mesa este ahí
quiero papeles arriba
papeles que cuenten cuentos
cuentos crudos, de certeza
y que la mesa sea atada
con patas de mesa-árbol a la tierra
que vengan surcos de agua
que la rieguen,
quiero mesa-polvareda
sauce-río y siempre tierra
que tenga manchas de todo
más que mejor, mancha é risa
pero así también
que haya lágrimas y plumas
y quejidos de mosca en mi mesa,
que haya manchas de comida
manchas de amor, mejor
y también las doloridas
y que todo eso
no importe,
no importe
porque mi mesa-árbol
todo se lleva,
mojado de verde-lluvia,
hacia allá, se lleva
aguaverde que no vuelve
hacia arriba
El libro está dedicado a su padre: Rodolfo Risso Patrón, tiene prólogo de Iris Giménez, epígrafes de Clarice Lispector y el “Indio” Solari y se le puede pedir a su autor a través de su Facebook: https://www.facebook.com/daniel.rissopatron
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