Febrero para María Elena Walsh
En esta parte del planeta hace calor. Febrero se pone al sol con sus mares, sus ríos, canteros, bosques, montañas y también sobre los techos de chapa donde habitan los sonidos del tiempo: la noche, las siestas, las lluvias. Febrero es el mes de María Elena, esa niña que nació el día 1 de febrero para atreverse a pintar los días con sus letras de colores y cantar con sus amigos canciones a la luna, a los elefantes, a los pájaros y a las cucharas.
Cuando creció, en los febreros de su adultez, miró al mundo enorme envuelto en los avatares de una humanidad que todo lo cambia para cambiar nada. En ese mundo, sus ojos se hicieron pluma con aquellos versos que perduran en sus obras para adultos, entre tantas y tantas, "Hecho a mano" ,"Desventuras en el país-jardín de infantes", "Novios de antaño" ,"Fantasmas en el parque", Siguieron los febreros de María Elena, insistiendo en una forma de abordar el amor con infinita sabiduría de mujer abierta a los sentidos más sentidos, y con la inteligencia de saberlos propios para defenderlos ante cualquier resabio de estupidez humana.
En los febreros, ella ataba palabras con Leda y la tierra vibraba al calor de sus voces, y seguía escribiendo convirtiendo el planeta en un juego de bellezas que lo invaden todo.
Febrero es un mes caliente por estas tierras, y una pandemia enciende los fuegos de cada rincón del mundo. Entonces aparece ella: María Elena, para recordarnos que nos advirtió de tantas cosas que vivimos y nos quedamos con Manuelita en un Pehuajó que imaginamos único.
Febrero es de María Elena Walsh, porque nació el 1 del año 1930 y falleció el 11 del año 2011. Su enorme lucidez le permitió transitar 81 años a puro pensar, decir, escribir, con la ternura de un ser inolvidable, tan actual como su "Oración a la justicia", tan de febrero del 2021.
Señora de ojos vendados // que estás en los tribunales // sin ver a los abogados //, baja de tus pedestales // .Quítate la venda y mira // cuánta mentira. // Actualiza la balanza // y arremete con la espada, // que sin tus buenos oficios // no somos nada. // Lávanos de sangre y tinta, // resucita al inocente // y haz que los muertos entierren // el expediente. // Espanta a las aves negras //, aniquila a los gusanos // y que a tus plantas los hombres // se den la mano. // Ilumina al juez dormido //, apacigua toda guerra // y hazte reina para siempre // de nuestra tierra // Señora de ojos vendados, // con la espada y la balanza // a los justos humillados // no les robes la esperanza // Dales la razón y llora //porque ya es hora.
H. López
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