Las pequeñas señales de las ciudades
La calle se inquieta con los pasos de la urgencia de estos tiempos, detrás de aquellos que se fueron, de los que quedan, del trabajo, del dinero, del consuelo. La urgencia es el encuentro, el que se produce casi sin darnos cuenta y que empuja y alienta al día siguiente.
La noche del jueves 25 en el Valle y cuatro músicos con sus cuerdas abiertas a la sorpresa: el “Cuarteto de Cuerdas Confluencias” que, desde hace varios años, trabaja para alcanzar lo que hoy es una realidad: músicos talentosísimos al frente de una propuesta de excelencia: Lucía Espeche, Gustavo Castillo, Aron Bera y Mauricio Aramayo. Interpretando a Bedrich Smetana (reconocido como el padre de la música checa) y de Félix Mendelsson (alemán representante de la música romántica), el grupo supo emocionar al público que, en un marco adecuado del CCC de Cipolletti, se hizo presente al convite de la Secretaría de Cultura del Municipio de esa ciudad.
Contar con una formación sólida musicalmente y coherente en su repertorio bancada por el Estado Municipal, es un logro para aplaudir generosamente. La entrada gratuita sumó comodidad al placer de una gran noche musical.
Al finalizar, alguien propuso: ¿tomamos algo?, y así fue que llegamos a la Casa de la Bodega en calle Tres Arroyos de esa ciudad. Una casa adaptada a los avatares de reuniones sociales informales, teatro, música y amigos.
En escena “Proyecto Chicote”, un elenco de improvisación teatral integrado por Leo Nebbia, Juan Gramajo, Vero Cardoso y Sauco Sarachu. El grupo tiene más de 15 años de formación rodando por distintos escenarios de la región, además de abordar la música con experiencias recreadas con mucho ensayo y conocimiento del género.
Son talentosos, divertidos, certeros en el lenguaje, ricos en recursos corporales. Chicote invita a jugar como si nos conociéramos de siempre, con la frescura de quien sabe con quien está a mano para compartir, con la mirada puesta en ese ida y vuelta que propone el mundo infantil que cobija y enternece.
Un formato que entra por la puerta grande del no saber que hacer un jueves por la noche y que ellos lo saben y ganan en aplausos agradecidos. La Casa de la Bodega escribe historias cotidianas de la mano de sus dueños y particularmente de Pepe, quien merece un capítulo aparte. En definitiva, una vez más, las pequeñas señales de vida que hacen más liviano el tránsito por las ciudades en estos tiempos y siempre.
Hilda López
