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Noemí: humana y militante

Por Pablo Montanaro

Veinticinco años habían pasado del cierre de esa página oscura de la historia argentina. El 18 de agosto de 2008, ingresaron al Tribunal Oral Federal 1 de Neuquén, ubicado en la calle Carlos H. Rodríguez, ocho de los principales represores que tuvieron a su cargo el centro clandestino de detención “La Escuelita”, que funcionó en el fondo del Batallón de Ingenieros en Construcciones 181, durante la última dictadura cívico militar.


Fue uno de los momentos más esperados por la sociedad neuquina. Y, por supuesto, para Noemí Labrune, la fundadora junto al obispo Jaime De Nevares de la Asamblea por los Derechos Humanos (APDH) de Neuquén en plena dictadura militar.


Se iniciaba así el primer camino para condenar los delitos de lesa humanidad ocurridos en la región. Luego continuaría otros siete procesos judiciales que pondrían en el banquillo de los acusados a ex militares, agentes de Inteligencia, policías neuquinos y rionegrinos, y de otras fuerzas de seguridad, además de un ex juez y ex fiscal que actuaron en el secuestro, tortura y abusos sexuales perpetrados contra víctimas de la represión.


Frente al tribunal un numeroso grupo de manifestantes permanecían en el lugar con cánticos, consignas contrarias a los militares y esperaban la salida de los testigos, sobrevivientes y familiares de víctimas de la dictadura que declaraban.

Las audiencias se extendieron durante cuatro meses, y en algunos de los momentos de descanso que los jueces del tribunal disponían, los manifestantes se reunían para conversar sobre las alternativas del juicio.


Noemí Labrune siguió atenta cada una de las audiencias, cada una de las declaraciones de los testigos, de los sobrevivientes de las torturas y de los familiares de los desaparecidos. Así lo hizo desde ese primer juicio en 2008 hasta el fin de sus días. En junio de 2023, tres meses antes de su muerte, Labrune declaró ante los jueves del tribunal en la causa que tenía como imputados al ex juez federal Pedro Laurentino Duarte y al ex fiscal Victor Marcelo Ortíz, acusados como cómplices de delitos de lesa humanidad. Su muerte le impidió escuchar las condenas de 11 años de prisión para los dos ex funcionarios judiciales.


Volvamos a ese día de 2008. En uno de esos descansos que disponía el tribunal, el fotógrafo Luis Alfredo García registró un momento que refleja la dimensión de esta emblemática luchadora por los derechos humanos.


Ahí estaba Noemí, sentada en el cordón de la vereda frente al Tribunal que juzgaba a los represores, apoyando su espalda en el tronco del árbol. Esa mujer lee en silencio la historia, ese resplandor al que no ha dejado de luchar.


Esa mujer empuña con pasión la memoria y ahora somos su rostro, el de aquellos sueños contra todas las formas del olvido.


Esa mujer lee en el rumor de la tarde y brilla en su lealtad.

Labrune ha sido un ejemplo de ética, responsabilidad y compromiso por los derechos humanos. Puso todo su esfuerzo al servicio de la causa por la vida. Se presentaba como una vecina del Alto Valle que le tocó vivir el más aberrante golpe militar de la historia argentina y con ello la experiencia más importante de su vida al trabajar codo a codo con De Nevares. El obispo la comparó con Sherlock Holmes, porque “con mucha agilidad e ironía corrosiva Labrune se consagró a la tarea de investigar, de hurgar, de allegar datos y pruebas a los tribunales con algo de Sherlock Holmes, por su lucidez intuitiva y algo de encarnizada fiscal”.


Desde ese lugar, Noemí Labrune organizó y llevó adelante las primeras denuncias contra los responsables de violaciones a los derechos humanos y ya en democracia impulsó las causas contra los represores, muchos de los cuales han sido juzgados y condenados en los ocho juicios que se realizaron desde 2008 hasta la fecha en Neuquén.


 “A lo mejor no hemos podido salvar alguna vida pero sí hemos impedido que el terrorismo de Estado nos arrasara a todos”, me dijo en diciembre de 2008 después de escuchar las condenas de 7 a 25 años de prisión para los ocho ex jefes militares. En ese primer juicio, Noemí abrió la ronda de testigos que se sentaron frente a un tribunal para dar cuenta de las atrocidades de los militares que ella investigó durante largos años. “La sociedad ha ganado una gran batalla”, afirmó.


Noemí Labrune significa el triunfo de la ética sobre el horror. Puso su ilimitado esfuerzo al servicio de la causa por la vida, empuñando la lucha por la memoria contra todas las formas del olvido.


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