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Oye Frank: ¡la alegría no es solo brasilera!

En 1962, con el advenimiento de la ligera música pop en ciernes y con un mercado musical cambiando a la velocidad de la luz, a Frank Sinatra no se le ocurre mejor idea que sacar un disco evocativo de los años de oro del swing, género jazzístico que ya había salido de la órbita masiva desde hacía más de diez años. Con este cometido se junta con el maestro Count Basie, quizás uno de los más grandes sobrevivientes de aquellos momentos dorados de las grandes bandas. Para los arreglos -ningún lerdo Frankie- lo sientan a escribir al joven Quincy Jones.


Contra lo que pudiera esperarse a nivel mercado, al disco le va super bien, pero super super, eh. Golazo, porque Reprise, el sello que lo editó: ¡era suyo!


Dos años más tarde -y con los Beatles dominando los charts del planeta y cambiándolo todo para siempre- Frank decide subirse al caballo de ese célebre adaggio que dice “equipo que gana, no se toca” y vuelve a llamar a Count y a Quincy para hacer la segunda parte de esta aventura, un álbum al que titula “It Might as Well Be Swing” en homenaje al célebre standard jazzero “It Might as Well Be Spring”.


A ver, lo primero que podemos decir sobre este disco, ya le vale el sitial del clásico de clásicos: pocos álbumes se pueden jactar de comenzar con una canción tan pero tan contundente como “Fly Me To The Moon”. Cuéntese con los dedos de una mano algo así, eh. Y aquí está, abriendo este disco, esta gigantesca canción que es capaz de renacer cada cinco o diez años con una fuerza viral sin igual. Única, irrepetible, poderosa.


Y el disco no es solo un one hit wonder (bué, ni más ni menos que ESE one hit wonder) sino que en su corta y poderosa media hora de duración te ofrece -entre otras cosas- temas como “I wish you love”, que comienza como una baladaza melancólica, de esas que no volvería a grabar hasta la salida del otoñal “Watertown” (1970), pero no: se trata de una simple introducción para un swing de medio tiempo sencillamente espectacular.


Pero ¿todo es melancolía por la era dorada del swing que ya se había ido? Mas o menos. En la primera parte del disco está la sugerente “More (Theme From Mondo Cane)”, que es una adaptación del melancólico instrumental de Nino Oliviero y Riz Ortolani compuesto para uno de los documentales más bizarros y originales de la historia del cine (si no el más...) que había sido estrenado dos años antes y generado un revuelo inmenso en todo el mundo. Pues bien, aquí encuentra una estilización como solo Basie podría hacer, amén de una lírica agregada por Norman Newell. Hermoso.


Y hay tiempo para “una que sepamos todos”, porque casi finalizando la placa surge el surco de “Hello Dolly”, uno de los temas más felices del cancionero del swing, y un buen tributo a Louis Armstrong, por otro lado el disco termina con una joya como “Wives And Lovers” super hit de Burt Bucharach y el picarón de Hal David.


Así es esta placa que hoy cumple sesenta añitos: alegre, muy alegre, fina, hermosa, potente, comercial “mainstreamera” y llevadera, sí, sí, pero a la vez única en su tipo. Por eso hoy -a más de medio siglo de su edición- hablamos de ella con tanto entusiasmo



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