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Vimos "Shakespeare en el cementerio"

Obra: "Shakespeare en el cementerio"

Dramaturgia: Lautaro Vilo, William Shakespeare, Jorge Luis Borges

Escenario: Cementerio Británico de Buenos Aires


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Por Fernando Barraza


Estos días, en los que los atolondrados que no creen en otra ciencia que no sea la financiera se la pasan pidiendo “factos” para todo -¡como si de esto dependiera nuestra existencia toda!- el dramaturgo y actor Lautaro Vilo, quizás el hombre de teatro más investigador de la obra de William Shakeaspeare aquí en el país, comenzó el sábado el recorrido de “Shakespeare en el cementerio” esgrimiendo uno, ¡sí, un “facto”!: el idioma inglés posee en la actualidad 1.019.729 palabras y 1700 de ellas fueron creadas por Shakespeare. Que dato, ¿eh?.


Y nada de palabras tontas o que hayan caído en el desuso, no, no; no estamos hablando de palabras de “mala calidad”, para nada. Estamos hablando de palabras inmortales e imperecederas, como bedroom (dormitorio), assassination (asesinato), obscene (obsceno), gloomy (oscuro) o addict (adicto/a), entre otras igual o más impactantes. Ese tipo de palabras aportó Shakespeare a su idioma.


No es exactamente la cuenta que hace Vilo al hacer la primera parada del recorrido de su obra/didáctica, pero más o menos podríamos parafrasearlo y decir que la primera vez que detiene el paso en el recorrido por Cementerio Británico lo que deja en claro que, si el bueno de William utilizó en sus 37 obras más de 20 mil palabras y creó 1700 de ellas, es el dramaturgo el legítimo poseedor del al menos un 2% del usufructuo por el uso del total del corpus del idioma inglés y, teniendo en cuenta que más de 1500 millones de personas lo hablan por año, no sería nada despreciable la cantidad de dinero que debieran recibir sus herederos por año si se cobrara el habla. Pero bueno, no demos ideas que pueden prender enseguida en el mundo de los que adoran los “factos” para pisarle la cabeza al de al lado. En todo caso “miserable” (que es igual en español, en francés y casi igual en italiano y en alemán) no es palabra inventada por el bueno de William, a pesar de que la usara más de 300 veces en sus obras. Dejemos el asunto de lo factos aquí nomás.


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El neuquino Lautaro Vilo ha creado hace algo más de un año esta suerte de acto artístico indefinido que es “Shakespeare en el cementerio”, que no es una visita guiada al Cementerio Británico de Buenos Aires, ni una clase abierta sobre la obra de William Shakespeare, ni una seguidilla de perfomances actorales sobre algunos de sus clásicos, ni una serie de pequeñas disquisiciones sobre los aspectos del morir tras haber existido, sino todo eso junto y a la vez.


La caminata por los pacíficos pasillos del cementerio británico comienzan al atardecer, cuando te invitan a brindar con una pequeña copita de Hesperidina en el frontis. La Hesperidina es el primer alimento que se patentó en Argentina allá por 1868, y los restos de Mellvile Sewell Bagley, su creador, el mismo de las célebres galletitas, descansan allí, a unos metros de donde brindamos a su salud. Esto ya es auspicioso: brindar por el creador de una celebrada bebida nacional que honra con su nombre alatinado a las Hespérides, las grandiosas ninfas que custodian el más maravilloso de los jardines ¿Qué más querés para un buen comienzo?


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El detalle de la Hesperidina y el nombre del entusiasta de Melville Bagley serán los únicos espoilers sobre detalles precisos y nombres de celebridades que descansan en el jardín de paz del británico y entran en la visita que propone Vilo. Contar más sería estropear muchísimos de los climax de la propuesta. Eso suele hacerse en YouTube y Tik Tok, pero en una reseña como ésta, apegada a valores analógicos en un mundo de roam y wi-fi, sería una verdadera estupidez.


Sí se pueden señalar varias cosas más antes de culminar este escrito con un consejo para que no dejen de ir a ver la próxima puesta de esta propuesta, cualquiera sea su fecha en los próximos meses. Lo primero sería desandar el prejuicio de que una puesta artístico/didáctica que incluya en su centro un apellido como el de Shakespeare, necesariamente sería algo que solo pueden disfrutar quienes estén más apegados a su obra: estudiantes, actores y actrices, docentes, etcétera. Al diablo con eso: esta es una propuesta que -sin perder ni un ápice de profundidad- promueve el interés de su puesta hacia lo popular. Nada que no te atraiga o soprenda en un reel de red social, de esos que te quedás a mirar de a cien, falta en cada estación de las paradas que Lautaro hace entre las tumbas. Hay amable data divulgación científica (desde lo histórico/social), hay dramaturgia, hay existencialismo sencillo y pegador y hasta hay pinceladas de un sarcástico y jocoso british humor que pareciera le sienta muy bien al anfitrión. Todo enmarcado en un escenario completamente excéntrico: un elegantísimo sitio de duelos, un campo tanático, convertido en un paseo de emociones plenas, mansas, pero profundas. No ves reels: estás DENTRO de reels. Y cuando te querés dar cuenta, también estás haciendo un respetuoso recorrido vivo, de sentidos plenos, en el territorio de cientos de personas que ya pasaron. Justo vos, que estás pasando.


Todo esto regadísimo de Shakespeare, quizás el mayor expresante (en palabras) de lo que vivió, vive, vivirá, murió, muere y morirá. ¿Qué más querés para un recorrido profundo?


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Vilo no solo “explica” a Shakespeare, sino que también lo actúa. En ocasiones es el príncipe Hamlet, o su querido amigo Horacio, o el mismísimo sepulturero que le pasa a Hamlet la hiper famosa calavera del morir/dormir. También es Macbeth y cae en el abismo en tres minutos antológicos. O Borges, pero dejémoslo ahí, porque ya sería espoiler. El Vilo actor asoma en los pasillos y le agrega el plus final a esta propuesta inclasificable, lo que es una ecléctica visita guiada, se convierte de repente en una pequeña puesta shakespireana, hasta la médula, y el público caminante lo agradece.


También invita a actores amigos para que reciten diferentes pasajes que va escogiendo en cada función/recorrida. En esta última oportunidad el tandilense Gaspar Nolter fue en dos partes del trayecto ni más ni menos que el pesado y mal intencionado de Edmund, aquel antagonista brillante de “Rey Lear”. El público caminante volvió a agradecer.


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Fresco, punzante cuando debe serlo, cargado de novedades para quienes deciden entrar al cementerio a vivir esta aventura de ocaso y noche. Todo: el anfitrión, el campo de paz, William Shakespeare, los habitantes sin tiempo que son el escenario, cada historia en cada parada del recorrido, la magia de ser vivos en ese vórtice en el que se habla del no estar más. Todo aplica para no perderse futuras puestas de esta pequeña gran apuesta de Vilo. A la salud de Shakespeare, de Bagley y de cada quien, de cualquier edad y extracto, que se anime por un rato a preguntarse con seriedad profunda cositas acerca del vivir, el dormir, el soñar, el morir...


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Para enterarse de próximas funciones:

Instagram de Vilo (@lautarovilo)

Instagram del cementerio (@britanicocemnterio)

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#todoescultura

Gracias! Ya ya te responderemos.

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