Y dale alegría, alegría a mi corazón
El siguiente artículo fue publicado originalmente en la web Va Con Firma
Sólo han pasado sesenta años desde que los Beatles bajaron de la escalera del avión y pisaron territorio norteamericano por primera vez frente a la interesada mirada de la prensa estadounidense, y el mundo ha cambiado tanto -¡pero tanto!- que a las nuevas generaciones de seguro se les dificulta enormemente el comprender que tipo mundo habitaban esos cuatro jovencitos de veinti pocos años cuando todo aquello sucedió.
Por suerte Martin Srcosese, uno de los más célebres fanáticos de los Beatles, ha decidido colaborar con el entendimiento actual de aquel fenómeno poniendo todos sus medios a disposición de la persona que más lo ha acompañado en cada uno de los proyectos que el mismo Martin en persona le dedicara a la música del siglo XX, ya sea en su largo documental sobre los Rolling Stones, o en el largo dedicado a Bob Dylan, o en el otro, un poco más lejano en el tiempo, consagrado a la figura siempre angelada de George Harrison. Hablamos de David Tedeschi, quien además de estar codo a codo con Scorsese en las producciones ya mencionadas, fue el director de casi todos los capítulos de esa gran ficción consagrada a la música en los 70's que fue “Vinyl” y también dirigió una gran miniserie: “Supongamos que Nueva York es una ciudad”, docu-ficción en la que vemos a la genial comediante Fran Lewobitz sostener una entrevista pública con Scorsese en el que hace una poética de su propio arte, una semblanza de Nueva York y una serie de reflexiones espectaculares sobre la sociedad globalizada que habitamos. Con todo el talento a cuestas y la experiencia de laburar en la carpa chica de la factoría Scorsese, David Tedeschi se apunta con este documental sobre la primera gira de Beatles e EEUU que -seas o no fan de esos cuatro- te deja en un estado de gracia total y evidencia la falta que nos hace por estos días un verdadero revuelo cotracultural causado desde la alegría y el desparpajo para desalentar esta creciente estampida planetaria de odio como humor favorito, saturación alienante por todo y frente a todos y conservadurismo pa'que'tenga'yguarde.
Lo primero que hay que decir y agradecer es que a Brian Epstein (el genial y querido manager de los Beatles por aquellos años) se le haya ocurrido en 1964 la brillante idea de contratar a Albert y David Maysles para que dirijan un mini equipo de cámaras y microfonistas que siguieran a los cuatro de Liverpool desde que pusieron un pie en la escalinata al bajar del avión en el aeropuerto Kennedy hasta que volvieron a casa varios -pero varios- días después. Ese material, espontaneo, desprolijo pero con clase, fresco y tremendamente íntimo es la materia prima de este documental tan testimonial. Quienes somos fanáticos de los Beatles hemos visto varios fragmentos de todo este material en “The Beatles: The First US Visit”, un documental de 1991 que reacomodaba narrativamente aquello que los hermanos Maysles habían editado para la tele en 1964 bajo el nombre de “What's Happening! The Beatles in the U.S.A.”, pero nada se le acerca ni por asomo el tobogán de emociones y el punto de vista socio cultura que arroja este “1964” recientemente estrenado en la plataforma del ratón Mickey.
Si el original de 1964 estaba convenientemente editado como para que se siente a ver a una pandilla de excéntricos teenagers ingleses un público adulto de aquella década, que era la generación de hermanos y padres de hijos que habían marchado a la segunda guerra mundial y que estaban viviendo un periodo cultural bastante rígido y conservador; la readecuación de 1991 era una cosa bastante lavada, porque estaba siendo estrenado en un periodo entre la re-popularidad ochentera de los Beatles y antes de la re-re-popularidad que se dio a mitad de los 90's con la salida de la serie de tres volúmenes “Anthology” con sus respectivos documentales; entonces este film noventero, a pesar de usar el mismo material de origen, se la pasaba ponderando detalles más fríos, como el carácter “maratónico” de la gira y dejaba cosas. Un desperdicio.
Otro detalle importante: tanto el de 1964 como el de 1991 fueron estrenados en el otro mundo, el del Siglo XX, que era el mismo o casi idéntico al de los acontecimientos mismos.
David Tedeschi, por el contrario, llega “con el diario del lunes” a contar esta historia, la del desembarco de cuatro jinetes jóvenes del desparpajo revolucionario a un país de luto por el magnicidio de su presidente seis meses antes de que ellos desembarcaran con una propuesta de alegría y sublevamiento en contra de la amargura conservadora adulta. Este solo dato, completamente soslayado por los dos documentales anteriores (uno porque se hizo durante el duelo, el otro porque se hizo en los fríos 90's) es la idea tesis más fuerte en la que se basan Scorsese y Tedeschi para mostrarnos como se puede revolucionar culturalmente un país entero, e incluso una época completa, con el único arma del soñar que un mundo distinto (en emociones y valores) se puede y hay que apostarle fuerte a hacerlo. En el caso de los Beatles: canción por canción.
Y aquello que el clan scorsesero se propuso a priori se plasma con creces: al terminar el documental hemos visto y comprendido a la perfección cual fue el tono y el carácter de la invasión revolucionaria de los Beatles a EEUU, hemos decodificado lo que el fuego de la joven alegría contracultural le estaba aportando a sociedades adultocéntricas que se encaminaban a un nuevo orden mundial más amargo que la carqueja.
Para que todo esto se note bien notado, Tedeschi utiliza todo el material de los Maysles habían filmado, sin dejar nada afuera: vemos recontra de cerca a los Beatles en el hotel y en el tren viviendo sus vidas casi adolescentes con un brillo, una magia y una sensatez transformadora que abruma. Pero también vemos las entrevistas increíbles que el dúo Maysles realizaran con adultos desconcertados, adolescentes enfervorizadas, testimonios registrados en aquellos días con la comunidad afroamericana del Harlem opinando sobre este huracán contracultural blanco, o la cámara apostada en el comedor de la casa de una familia latina del Spanish Harlem mientras se transmite el primer programa del Show de Ed Sullivan al que van los Beatles. Todos estos son fragmentos documentales preciosos que se mezclan con escenas de aquellas precarias pero alucinantes presentaciones en vivo y con testimonios de quienes por aquellos años eran las y los jóvenes que gritaban extasiados y hoy son adultos decodificando en palabras razonadas cómo fue aquel huracán que los atravesó y les cambió la vida. Y todo esto con la sumatoria de la primera persona de Paul y Ringo en la actualidad, y con los testimonios -lo más adultos y cercanos en el tiempo posibles- de los dos Beatles que ya partieron.
Lectura política ordenada, lectura social latente, sociología intergeneracional en pantalla, tesis culturales fuertes y la magia de los Beatles intacta. Poco y nada le falta a este documental que nadie pidió pero todes necesitábamos. Sobre todo en tiempos como estos: días en los que los viejos vinagres están de regreso y vienen contagiando fuertemente el virus del odio y el sálvate en soledad, tan pero tan contrapuesto al fortalecedor “All together now” que los cuatro flequilludos escribieron tres años después de pisar EEUU por primera vez.
Hermoso documental para ver mezclando generaciones desde la abuelitud hasta el nietazgo.
Vivan los Beatles. Viva la alegría como resistencia comunitaria.
Comments