“Ningún conocimiento extermina, por el contrario: libera”
La poeta zapalina Silvia Mellado recibió una noticia estupenda hace algunos días: resultó ganadora del certamen nacional de poesía “Alfonsina Storni” en un concurso que -entre 2200 poetas de todo el país- la puso en el primer lugar. Hablamos con ella sobre este premio, sobre las academias, sobre los sex pistols, sobre su kvpan (linaje) mapuche y sobre muchas otras cosas más.
* Por Fernando Barraza
Imaginen un aluvión de 2200 voces poéticas que envían sus trabajos desde diferentes puntos de la Argentina a un solo concurso. Vertiginoso ¿verdad? Fue en medio de esta suelta de botellas al mar que la escritora neuquina Silvia Mellado, con su volumen de poemas “Cantos Limayos”, obtuvo el primer premio en el certamen Alfonsina Storni, organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación y el Centro Cultural Kirchner.
Como para empezar a conocerla, digamos que, sobre la voz poética de Silvia, el jurado del certamen sentenció:
“(…) la precisión de la lengua que, entregada a las distintas formas del paisaje, nos ofrece la visión de otro mundo, que es éste. Por momentos, se acerca a la poesía oriental, tal es el distanciamiento y la precisión de las imágenes, donde el yo se confunde con el paisaje”
Que el yo se confunda con el paisaje es –tal vez- una de las mejores cosas que se puede destacar de una autora o un autor. Es mucho más que un mero halago estético. Si uno revisa la nutrida historia de declaraciones mediáticas del último siglo, son varias y varios los grandes de la cultura mundial que se han manifestado públicamente con felicidad al ver que su obra se terminó por imponer en sus sociedades por sobre el peso de sus propios nombres, haciendo aparecer un legado universal que –más allá de la firma autoral que lleve- queda para siempre.
No se lo preguntamos en esta entrevista, pero este cronista podría afirmar que ese superar la mera muesca de dejar un nombre (en este caso Silvia Mellado) en pos de que lo que trascienda sea una voz colectiva, seguramente le deje a Silvia una sonrisa enorme en la cara.
Si uno entra a su producción académica a través de su ensayo "La morada incómoda: estudios sobre poesía mapuche: Elicura Chihuailaf y Liliana Ancalao" (Editorial Publifades, 2013), se puede notar con claridad que Mellado está interesada, ha estudiado y habla sobre este tema: la trascendencia de la voz más allá del nombre de quien escribe.
“La morada…” es un trabajo doctoral profundo y ordenado que sugiere con elementos de análisis bien cuidados aquello de que en la escritura de la poesía mapuche, existe un corrimiento del “yo” de un autor o autora para pasar a conformar un gran “nosotrxs”, que es el que dice y el que revela. Leer este ensayo es fundamental para entrar en sintonía con una nueva forma de entender el rol de autoría literaria, que –digamos todo- puede resultar novedoso para el canon y el estándar editorial de occidente, pero que no es ni más ni menos que una manera ancestral de comprender cómo se comunicó, se comunica y se comunicará una voz poética prescindiendo del “estrellato” autoral. Muchas culturas ricas, incluida la mapuche, claro está, aseguran que lo que se dice es más importante que quien lo enuncia.
El pueblo mapuche entiende este fenómeno como “oralitura”, que es la transmisión por escrito -directa, simple y bella- de la palabra hablada, la que está constituida de antes (tal vez desde el principio de todo) y que, escrita en el presente, se proyecta al futuro. En este sentido ese mensaje (esa voz) solo atraviesa a quien está escribiendo, pero no es “suyo”. Esta idea derriba un poco el sentido más exitista, vigente y marketinero de la palabra “autor” para darle a lo expresado poéticamente un carácter colectivo bastante más profundo que el del éxito editorial particular del autor/a que aparece con fotito en la solapa de un libro cualquiera.
Por todo esto, es muy bello que hayan reconocido entre miles a una persona que transita desde hace mucho este camino, una lamgen de Zapala que bien podría ser una cara potente y llegadora en ese concepto occidental de “autora” pero que –sin embargo- representa exactamente el opuesto. Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Córdoba, investigadora asistente del Conicet, integrante del Centro Patagónicos de Estudios Latinoamericanos, profesora de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue y, ahora, galardonada con un premio nacional de poesía, a Silvia Mellado no le falta nada para andar de aquí para allá y por todos lados, en todos los mundillos literarios del país -como diría Fito Paez-:“haciendo la parodia de la artista” y portando una remera con su propia cara. Más estimamos que, si no lo hizo hasta ahora (¡ni mucho menos!), no sucederá eso tan poco feliz ahora que ha recibido este reconocimiento. La hipótesis –que casi se podría firmar desde ya- nos alegra y mucho.
¿Quién es esa chica?
Silvia René Mellado, tal es su nombre completo, nació en 1977 en Zapala, es hija de la clase media laburante de esa ciudad y sus ancestros, desde la generación de sus abuelas y abuelos, provienen de lo más puro e interno del Wajmapu (territorio mapuche), habiendo habitado zonas cercanas a Zapala -como la estepa del centro de la provincia- pero también compartiendo, más atrás en el tiempo, un tvgvn (lugar físico de residencia) unificado que iba y venía -en plena libertad garantizada por la inexistencia de fronteras políticas- desde Cura Cautin, del otro lado de la cordillera, en lo que se conoce como Gulumapu (la parte oeste de Wajmapu), hoy llamado Chile, hasta lo que hoy es nuestra provincia de Neuquén.
Si resumimos la historia de los antepasadxs de Silvia y utilizamos esa lupa colonial urbana, la que consciente e inconscientemente se suele usar para medir “de dónde venimos”, es muy probable que sus a sus ancestros les hayan llamado “paisanos” y –más atrás y despectivamente- meros “indios”.
Con todo esa efervescencia en el ADN, lo que llega hasta nosotros hoy (¡premiada y todo!) es la voz poética de esta “piba de Zapala” (así le dicen, a raíz de un ya clásico poema suyo), alguien que es capaz de retratar conmovedoramente la urbe –más bien la periferia urbana- pero también puede posar muchas de las pinceladas de su voz poética en el ixofijmogen (todo lo que vive y es dentro de la naturaleza) concepto que siempre está presente en la cosmovisión mapuche, kvpan (linaje) que Silvia, por supuesto, trae consigo.
Ya que estamos mencionando esto de la piba, es hora de que vos, que estás leyendo, entres en clima para la siguiente entrevista viendo primero una foto “de época” de aquella “Piba de Zapala”…
Y si esa mirada de rock arrancando el siglo estampada en este retrato, llamándote desde un tiempo que está acá atracito nomás, no te ha parecido suficiente, dejá que la mismísima Silvia –desde el ahora- te cuente algo más sobre la piba de Zapala, en primera persona…
Ahora sí, te dejo con Silvia Mellado, la lamgen que ha publicado los libros de poemas "Celuloide" (2005), "Acetato" (2009), "Moneda nacional" (2012) y Pantano seco (2015) más allá de aquel ensayo que te mencionáramos más arriba. La Doctora en Letras que no para de dar clases, investigar y producir. Pasen y léanla en la siguiente entrevista…
¿Existe un nudo conceptual en tu premiada “Cantos limayos”? Si lo hay: ¿te animás a contarlo sin revelar cómo es que sale el conejo de la galera?
Sí: Río Limay. Álamos. Catalpas. Zapala en el medio: las lajas filosas de la infancia siempre presentes.
Interesada por tus raíces, has ido tras tu kvpan (linaje) mapuche, y no solo ha sido una búsqueda filosófica y espiritual personal –como suelen ser estos recorridos- sino que también lo has hecho desde lo profesional, haciendo tu trabajo de posgrado acerca de la obra poética de dos importantísimxs poetas de wajmapu (territorio mapuche) ¿Las dos cosas sucedieron juntas, o una fue primero y la otra después?
Primero vino la poesía. Respecto del kvpan, la macana es que no lo encuentro. Quiero ser profundamente respetuosa con lo poco que alcanzo a conocer de la lengua mapuche, su memoria, su sabiduría. La mamá y el papá de mi abuela materna, Sofía Parra, llegaron desde Cura Cautín (Kura Kawin) a Bajada del Agrio. Me gusta imaginar que, en algún momento de sus vidas, hablaron mapuzugun. O que lo hicieron las abuelas de mi papá, antes de que llegaran a Sañicó. Fueron familias bastante huachas. Vine a conocer los nombres de los abuelos de mi viejo por una partida de nacimiento que encontramos después de que él falleció. Él quedó solo a muy temprana edad, anduvo de familia en familia. Las credenciales, sean cuales fueren, se pierden en el camino.
Ya que estamos aquí, en territorio mapuche: contame si el acercamiento a la cosmovisión mapuche ha modificado tu voz poética, si se ha transformado desde que entraste a ese universo.
Yo creo que sí, y mucho.
Esto se lo pregunto a la profesora. Hace algunos años le escuché decir a uno de los mejores escritores de la Argentina que ser un intelectual académico sirve mucho para ser mejor prosista, pero que todo ese bagaje de conocimientos teóricos suele asfixiar hasta el exterminio a les poetas ¿vos qué opinas, se hace difícil escribir poesía teniendo tanta data lingüística y tanta teoría de los géneros en la cabeza?
No creo en ese divorcio. Todo sale por la misma boca. Ningún conocimiento, ninguna reflexión, extermina, por el contrario, libera.
Tus poemas más jóvenes solían ser una plegaria rockera sobre la soledad y la resistencia, el amor más esencial y directo y la falta de él. Esa bella punkitud que tenían, eran un canon. Si te transporto directamente a estos días: ¿qué ha quedado de todo aquello y que entraría en el nuevo canon de Mellado?
¿De Pistols a ex-pistols? Sí, hay algo de eso. También la pausa de la contemplación, el agradecimiento, la fe inclaudicable en la belleza, en la memoria y en la fuerza de la ternura. Quería dar/darme eso. Justo más ‘modosita’ me vienen a premiar.
¿Cuándo sale publicado el “Canto limayo” y cómo?
Todavía no lo sé. Espero que pronto.
De uno a diez: ¿cuánto te molesta que te sigan diciendo “la piba de Zapala”?
Cero. Que me lo sigan diciendo siempre. Orgullo zapalino punta de rieles.
Batería de preguntas de rápida respuesta
Dame dos temas sobre los que escribirías si fueras prosista o cineasta
Cineasta: documental de bandas de rock patagónicas. Prosista: ni idea.
Tres libros (no valen los tres de poesía) que hay que leer este año
Qué difícil. Lo que tengan ganas. Algún pendiente.
¿Cuál fue el último disco y cual la última película que te hicieron llorar?
La canción del Indio “Encuentro con un ángel amateur” en el estreno de “A los pájaros 2021” que al final, como buena tradición ricotera, se liberó en Youtube. Qué belleza todo ese espectáculo. Película: ninguna en particular. Lloro con cualquiera.
Dame dos alternativas para poner en tu epitafio
Quiero que cremen. Mis amigas saben dónde tirar las cenizas.
Dos cosas que te indignen hasta el grito y dos que te hagan tremendamente feliz
¡Muchas! de las cuales nombro hoy las infancias sufrientes / los femicidios. Feliz: la risa de Emi / las risas con amigas.
Tres frases cortas, separadas con un punto seguido, que definan al pueblo nación mapuche.
Me salen, más que definiciones, palabras: solidaridad - fortaleza – belleza – lengua/mapuzugun – memoria.
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