Cine, Tango y Peronismo
Este artículo de Hilda López fue publicado originalmente en La Mañana de Neuquén
La historia argentina está atravesada por un hecho político que le otorgó una identidad que provoca enfrentamientos y discusiones hasta la actualidad: es con la aparición del peronismo engarzado en la figura del General Juan D. Perón. Comienza, de esta manera, la etapa que construye una identidad cultural reconocida entre los Argentinos. Una catarata de símbolos reflejados en lenguaje, gestos, marcha, banderas, escudos muestra una manera de ser, sobre todo, en la clase trabajadora. Entre esos símbolos, el arte interpreta el momento y con figuras estelares, aparece en el cine, en la música (fundamentalmente el tango) y radios.
“La marcha peronista” es una de esas expresiones que bien pronto se proyecta en manifestaciones populares de índole política.
Se cuenta que la marcha se dio por oficialmente nacida en el año 1948, cuando se la cantó por primera vez el 17 de octubre en la Casa Rosada. Dada su vigencia, como la historia misma del peronismo, son varios los nombres que se adjudican ser autores de la misma y la coincidencia se da en el origen rítmico de la marcha nacido en las murgas de los barrios de Buenos Aires, aquellos que orillan el puerto como Barracas y La Boca.
Néstor Pinsón y Ricardo García Blaya, investigadores de música popular, analizan en un interesante artículo, el origen deportivo y murguero de la marcha peronista. Ese ritmo pegadizo que , por repetición, vulnera todo intento de ignorarlo: contagioso, de un perfil épico que alienta y multiplica, una marcha con todos los ingredientes para ser lo que es.
Sobre la letra y música de las estrofas, los nombrados aseguran que la misma surge de la marcha del Club Barracas Juniors, (década de 1920). La música de la marcha de ese club había sido compuesta por Juan Raimundo Streiff, mientras que la letra había sido escrita por un vecino conocido como “el turco Mufarri”, especialista en letras de murgas. La letra de Mufarri dice:
Los muchachos de Barracas/ todos juntos cantaremos/y al mismo tiempo daremos/ un hurra de corazón/ Por esos bravos muchachos/ que lucharon con fervor/ por defender los colores/ de esta gran institución y una melodía similar se puede escuchar en la Marcha del club Platense grabada por el cantor de tangos Floreal Ruiz en el año 1939.
Cine y tango
El Cine es el otro espacio de interpretación de la época. Películas de contenido social irrumpen mostrando la realidad de la mano de directores importantes y de uno de los actores- cantor más reconocido: Hugo del Carril (1912-1989). Una figura icono atravesada por el peronismo que trasciende desde el tango y entra en el mundo del cine de la mano de grandes guionistas, directores, actores y actrices, incluyendo figuras extranjeras.
Comenzó su trayectoria cuando tenía quince años como cantor de estribillos y locutor en distintas radios. Tentado por el cine, su primer film “Los muchachos de antes no usaban gomina” (1937) con dirección de Manuel Romero, abre las puertas de la sucesión de películas que protagonizara y dirigiera.
Es, haciendo la vida de Gardel en el cine (1939), cuando se produce el definitivo reconocimiento de sus valores artísticos.
Hugo del Carril trabajó con grandes directores de la época: Manuel Romero, Luis César Amadori, Enrique Santos Discépolo, Alberto de Zavalía, Luis Bayón Herrera, Richard Harlam, entre otros, y con autores de grandes obras de la literatura universal como Balzac llevada al cine en “La piel de zapa” ( 1943).
Una galería de importantes artistas forman parte de su presencia en la pantalla grande, films que, en su mayoría en blanco y negro, sortean los aspectos técnicos de manera artesanal y con sorprendentes recursos dando muestra del talento de los hacedores. Sabina Olmos, Amanda Ledesma, Tita Merello, Libertad Lamarque, Luis Sandrini, Tito Lusiardo, Florencio Parravicini, Aída Alberti, Florencia Vignoli, Emma Gramática, entre muchos otros, son los inolvidables gestores y protagonistas del cine en blanco y negro. Pero el destino para Hugo del Carril, tenía preparado otros desafíos.
De origen radical, el morocho de voz profunda, se vuelca al peronismo respondiendo a la experiencia familiar cuyo padre reconocía sus bondades con la clase trabajadora y menos pudiente. En el año 1945, filma “La cabalgata del circo”, con la dirección de Eduardo Boneo y Mario Soffici, junto a Libertad Lamarque y Maria Eva Duarte, la que sería figura insoslayable del peronismo, y que lo inspira a fijar su interés en la compleja y dura vida de los más necesitados. Sobre ella, dijo del Carril que “era una mujer muy sensible de las necesidades de la gente humilde”.
En 1949 interpretó “Versos de un payador a la Señora Eva Perón y “Versos de un payador al General Perón” de Homero Manzi (1907-1951), el poeta santiagueño autor de numerosos tangos de exquisita s imágenes. En 1950 protagonizó “El último payador” una película biográfica sobre el payador José Betinotti, siendo el film que dirige y protagoniza: “Las aguas bajan turbias” (1952) que lo catapulta al centro del cine nacional. La película trata sobre la explotación laboral basada en la novela “El río oscuro”, del militante comunista Alfredo Varela. Al encontrarse éste preso, del Carril intercedió con Perón para lograr su libertad. Se dice que el General le preguntó ¿cuál era el motivo por el que estaba preso Varela?, del Carril respondió: “porque es comunista”, y el General respondió: “entonces somos todos un poco comunistas”. Su identificación con el peronismo lo hizo víctima de una permanente persecución hasta sufrir la cárcel, en varias oportunidades.
En 1955 estrenó “La Quintrala” con Ana Maria Lynch, film que junto a “Las aguas bajan turbias” (1952) son considerados genuinos documentos de la época. La llamada “Revolución libertadora” (1955), prohíbe la proyección de las mismas y bloquea las salas donde se las proyectaba produciendo una gran pérdida económica irreversible. Pese a ello, su tránsito artístico no se detuvo nunca. Se recuerda al primer espectáculo musical a color en el país de su autoría junto a figuras emblemáticas del arte escénico (1963) “Buenas noches, Buenos Aires”, entre las numerosas presentaciones en cada rincón de Buenos Aires.
Hugo del Carril fue uno de los primeros exiliados peronistas de esa época, trasladado a México, regresa y vuelve a ser detenido por los militares. Tita Merello (también perseguida y prohibida), reconoció su rigurosa manera de trabajar y su inclaudicable adhesión política. Se cuenta que en cada oportunidad al encontrarse preso cantaba a viva voz la marcha peronista, con el beneplácito de los demás detenidos. Con una secuencia de problemas cardíacos, Hugo del Carril deja de existir en el mes de agosto del año 1989.
La filmografía de entonces, con tantos nombres maestros, es un viaje necesario hacia la historia del Cine Argentino, con su compromiso social, su rigurosidad estética y el desafío ante el injusto olvido
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