El sonido de mi pertenencia
- layaparadiotv
- 27 jul
- 2 Min. de lectura

Por Hilda López
Hace muchos años, concretamente ochenta, llegaban al conventillo de Barracas, donde vivimos con mi familia, gente de distintas provincias e inmigrantes de otros países. Todos traían un sonido de su tierra, algunos tarareaban canciones nostalgiosas, otros cantaban con la fuerza de una guitarra, a veces desafinada, pero todos, todos, tenían el sonido de su cuna en la sangre.
Así conocí la música de mi país, entre gallegadas y zambas, entre tangos y chacareras, así aprendí el sonido de mi pertenencia. Es mucho más que una elección por placer, por gusto: es pertenencia.
Sobre esto gira la música popular que abrazo: lugares, momentos, gente, caminos, patios, dolores, alegrías, cosechas, ríos y empedrados que marcan el tiempo y la historia de mi país. Sobre esta legítima identidad, reconozco a quienes con talento y entrega, fueron, y son capaces de plasmar en letras y notas, en poemas y canciones tanta vida vivida y por vivir, de cada uno y de todos los que somos parte de esta sociedad.
Difícil es reconocer nuestra pertenencia cuando estamos en un momento especialmente amenazante sobre los derechos que la afirman. Ya no son solo los grandes grupos de desconocidos que pululan por el planeta arrasando, también son los pequeños seres que a diario aparecen diciendo y haciendo algo para despreciar y negar ese derecho.
No creo que Pettinato sea tan importante como para merecer una respuesta de enorme profundidad como la de Juan Falú. Sabemos que Juan con su arte y su presencia dice siempre lo necesario y más. Creo si, que es responsabilidad de los que creemos en ese derecho a acompañar con hechos concretos la defensa de los mismos. Hay diversas formas y oportunidades para escuchar, hablar, entender, reflexionar sobre lo que nos está pasando para poder encontrar una respuesta común que supere tanta mezquindad, tanta crueldad.
Los Pettinato son muchos, pero debemos creer, definitivamente, que nosotros somos más.
La música folklórica no registra a esos seres, pero sí nos señala que ella es el sonido, la palabra, el lugar común de país al que pertenezco, y es por eso que la respeto, amo y defiendo.
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