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"Los políticos comen alfajores de alta gama"

Facundo Calabró, más conocido en las redes como El catador de alfajores, acaba de sacar un libro por Editorial Planeta donde cuenta la historia de cada proyecto y marca de una de las golosinas más célebres del país y el mundo.

¿Sabías qué el Jorgito blanco es igual que el Havanna?", dice el estribillo de la célebre banda de punk bahiense Serebrios. Para muchos ambos alfajores tienen un parecido en el sabor y disparan varios interrogantes de uno de los productos argentinos más consumidos en el país. Según Calabró son dos productos diferentes, a partir de su merengue y su dulce de leche.


Hace unos días conversé con Facundo Calabró, más conocido en las redes por su apodo “Catador de alfajores” en FM Capital de Neuquén donde contó sobre su nuevo libro lanzado por editorial Planeta. En esta charla hablamos de alfajores raros, política, personajes y fiestas nacionales de una de las golosinas más tradicionales del país.

Cabe aclarar que Facundo Calabró comenzó hace algunos años (está por cumplir 23) con un blog de recomendaciones y rápidamente se transformó en la persona autorizada para hablar del tema.

- ¿Cómo se te ocurrió ingresar al mundo del alfajor?

- Yo podría decir que fue medio como un accidente. Yo fui criado en internet y abría blogs de todo, música, periodismo, lo tenía súper incorporado. Y entre esos proyectos estaba el de los alfajores, me parecía divertido esto de combinar toda esa escritura medio académica, medio solemne que yo estaba aprendiendo en la facultad con un tema tan cotidiano como son los alfajores y había otra cuestión que me llamaba la atención y que lo diferenció de otras golosinas y es que los alfajores comprenden una especie de mapa, como un sistema y dentro de este gran sistema tienen como una identidad propia y se diferencian del resto de los mapas. Hay una especie de diálogo continuo entre las marcas y a mi lo que me entusiasmó es identificar esos diálogos, esos rasgos entre las marcas, compararlos y comunicarlos para ver las diferencias entre esas identidades.

Abrí el blog, luego apareció un periodista en Clarín que me hizo una nota y me puso el título de Catador de alfajores y se me fue todo de las manos y todo lo que pasó después claramente no estaba planeado y muchos menos este libro.


- ¿Alcanzaste a probar alfajores que dejaron de salir en su versión original antes de que vos nazcas y que luego volvieron al mercado como una remake?

- Fantaseo mucho con eso. Debería tener la maquina del tiempo y congelarlos como a Disney, probar el Bagley de dulce de leche de 1980 o un Havanna de 1950 yo no sé si eso es químicamente posible o si se pudren. Lo que sí tuve mucho contacto es con envoltorios antiguos y me fascina. Lo que sí hice fue incorporar nostalgia por alfajores que nunca había probado; como una nostalgia artificial por recoger testimonios de consumidores de 40, 50 años y toda esa década de los ochentas del alfajor. Por ejemplo el Terrabusi clásico supuestamente tenía un chocolate espectacular. El Bagley blanco con una brutal lluvia de almendras como lo decía la publicidad esos eran alfajores de otra calidad. Siempre me consuelo pensando que Cachafáz es de alguna manera el heredero de toda esa tradición premium de los kioscos.


- ¿Hay información estimativa de la cantidad de alfajores que se comen en el país?

- Es difícil medir eso porque el circuito masivo tiene toda una pata que no se factura. Digo alfajores en los vagones de trenes que en general se venden medio por izquierda y entonces es difícil medirlo. La cifra que circula es seis millones de alfajores al día y es muy factible que sea así porque hay gente que almuerza alfajores y gente que come más de un alfajor al día sobre todo los consumidores infantiles. Probablemente esa cifra sea efectiva y es una bestialidad. Tiene que ver con que los alfajores están en todas las áreas de la gastronomía. Desde el alfajor de confitería hasta el alfajor de tren pasando por los alfajores premium que tienen sus propios locales o todas las chocolaterías, están en todas partes. Lo masivo que es el mercado es algo que no deja de impresionar. Es un fenómeno que solamente ocurrió en nuestro país.

- Acaba de salir tu libro En Busca del alfajor perdido. ¿Cómo surge la idea?

- La idea surge de la Editorial Planeta, yo estaba dando una nota en una radio y después de esa nota recibí un mail de la editorial durante la tanda preguntándome si queria hacer un libro. Al principio me pareció un delirio y medio inviable, pero acepté. Después cuando puse manos a la obra descubrí que detrás de los alfajores se cruzaban muchas historias de muchas personas, como que hay una línea histórica que se puede trazar y uno puede ver como es el presente del alfajor y advertir que en todas las regiones del país el alfajor produce un montón de fenómenos distintos, como la fiesta nacional del alfajor hasta en una pequeña escala muy incipiente que es la fiesta del alfajor costero que se hace en San Bernardo en general. La idea surge de la editorial pero es todo un descubrimiento a través del laburo de campo, de la investigación, de las entrevistas y queda plasmado en el libro desde diferentes perspectivas porque para mi el alfajor es una especie de monstruo que se puede abordar desde muchos lugares y esa es la intención del libro. Es una conjunción de registros, grabaciones y situaciones de un mundo que es tan incatalogable como la golosina misma.


- ¿Qué tipo de alfajores raros probaste?

- Probé alfajores rellenos con alcohol, con licor de todo tipo, de jalea de cerveza con malta que me parece muy rico, uno de los más raros que probé se llaman La Goulue y se hacen en 3 de Febrero (Ciudad Jardín) relleno de Malbec con una jalea de sabor ácido y una textura parecida a la del mercurio, si buscan fotos en internet es como si tuviesen brea y están rellenos y rodeados de dulce de leche. En Córdoba hay alfajor de todo tipo, de Ipas, es llamativo cuando se usan alfajores como materia prima, si vas a Quilmes hay como cinco heladerías que venden gustos hechos con Capitán Del Espacio. Aparecen cosas muy extrañas y trato de ir testimoniándolos en las redes sociales.


- ¿Cuál es el alfajor que más te gusta?

- A mí me gusta uno que se vende en San Antonio de Areco que se llama La Olla de Cobre. Es un alfajor que tiene cierta tradición y fanáticos, no soy el descubridor; de hecho la vicepresidenta actual ha hablado de ellos en alguna oportunidad.


- Ya que nombras figuras políticas, Macri a dicho que le gustan Los Alfajores Del Montañés de Villa La Angostura. ¿Qué te parecen?

- Exacto, me gustan mucho. Del Montañés es un alfajor que me encanta, sino me equivoco tenían un gran chocolate y una masa bastante genuina y pura. Hace como cinco años que no los pruebo. Los alfajores que eligen los presidentes y los políticos en general son de buena calidad.Hace poco hice un hilo en redes de políticos y alfajores. Por ejemplo Alberto Fernández no come alfajores porque mantiene una alimentación muy sana. Pero Cristina, Macri y el resto de los políticos comen alfajores premium, alta gama, son más chetos.


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