http://media.neuquen.gov.ar/rtn/radio/playlist.m3u8
top of page

Pietri, las estrellas y la luna

Por Mario Cippitelli


Pietri no sabía leer ni escribir porque nunca había tenido la posibilidad de recibir educación, más allá de las reglas básicas de la vida que le habían transmitido sus padres cuando era un niño. Tampoco tenía grandes placeres, salvo el de contemplar la naturaleza durante las pausas que hacía en su trabajo de campesino. Eran breves momentos que se detenía para mirar su entorno, respirar el aire, escuchar el canto de los pájaros y disfrutar el baile hipnótico de las espigas del trigal al ritmo de la brisa. Lo mismo hacía durante las noches, antes del descanso después de un día agotador, observando a través de la ventana el misterioso mundo de las estrellas y maravillándose con los constantes cambios de la luna.


En la Macerata de 1800 no había mucho tiempo para el ocio y la distracción para las familias más humildes. Era una cuestión de supervivencia diaria, donde casi todos los trabajos eran duros, especialmente para quienes no tenían ningún tipo de oficio.

En el corazón de la región de Marche, sobre una colina que domina el valle del río Chienti, Macerata era en ese entonces una ciudad que respiraba un aire sereno, antiguo y profundamente católico.


Con sus calles empedradas, palacios nobles de piedra blanca y la silueta inconfundible de la Catedral de San Giuliano, el lugar parecía detenido en el tiempo, a medio camino entre la Edad Media y el alba de los nuevos tiempos revolucionarios que agitaban Europa.


A comienzos del siglo XIX se vivían climas tensos en Italia. La península estaba envuelta en los vaivenes de las Guerras Napoleónicas, y los Estados Pontificios, de los cuales Macerata formaba parte, veían amenazada su autoridad por las ideas revolucionarias francesas. Sin embargo, en Macerata la vida cotidiana mantenía todavía un aire tradicional. La ciudad estaba bajo la influencia directa del Papado, lo que significaba una fuerte presencia del clero en la vida pública, en la educación, y en la moral colectiva.

Los días comenzaban temprano, con las campanas de las iglesias llamando a misa. En el campo, hombres y mujeres trabajaban la tierra sembrada de trigales, vides y olivos. Era común ver carretas de bueyes bajando hacia la ciudad para vender productos en el mercado de la Piazza della Libertà.


Dentro de los muros urbanos, la vida se organizaba en torno a pequeños talleres, panaderías, herrerías, curtiembres y tabernas. Los oficios eran heredados de padres a hijos.


Ese era el entorno durante la juventud de Pietri. No había cambiado nada desde que él había llegado al mundo en 1786.


Poco tiempo después, Pietri se casó con María y con María tuvo a su hijo Vicenzo. Y la vida siguió, siguió y siguió.


Su hijo Vicenzo se casó con Teresa. Y con Teresa tuvo a su hijo Marino. Marino se casó con Ester. Y con Ester tuvo a su hijo Samuele. Samuele se casó con Blandina. Y con Blandina tuvo a su hijo Mario. Mario se casó con Isabel. Y con Isabel tuvo a su hijo Héctor. Y Héctor se casó con Julia. Y con Julia tuvo a su hijo Mario, que soy yo, el que está escribiendo estas líneas y que también está dejando su propia descendencia.

Así, después de que pasaron más de doscientos años, de golpe me convertí en el trastataranieto de Pietri, aquel campesino que en el siglo XVIII contemplaba las estrellas y la luna en las noches de Macerata tratando de imaginarse el resto del mundo y, seguramente, pensando cómo sería el futuro.


Los avances tecnológicos, la abundante información digitalizada y la genial colaboración de una apasionada por la genealogía, me permiten recrear -se imaginan con cuánta fascinación y curiosidad- la prehistoria de mi historia, los orígenes de mi nombre y de mi sangre. En definitiva, la reconstrucción de este ignoto personaje llamado Pietri Cippitelli que ahora salió a la luz y que, aunque ya no está en este plano, me debe estar contemplando -necesito creer que es así- desde algún lugar del universo.

Comments


whatsapp-verde.png
vinilos, cd y cassetes.png
icon_yapa_PUBLI.png

PELICULAS

MUSICA

LECTURA

bottom of page