Robándole a Spinetta
- layaparadiotv
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Por Marilelia Martínez
Tan difícil encontrar unos gnomos, con mucha barba blanca o sin nada de barba y mucho pelo, absurdo y despintado. Dónde buscarlos ahora que ya no existen los enanitos de jardín siquiera, o nadie que les preste atención. Encontrarlos con un gorro de pompón o una pipa que nunca huele, tan Blancanieves, de orejas puntiagudas y sacos cortos, con flores que se han puesto en la mano o un farol para alumbrar o fingir alumbramiento. Sentados entre los hongos como ancianos buenos, entrando a la cabaña del bosque o apuntando el cielo para dispararle con el pico del sombrero.
Parecen tan sabios, tan piadosos. No cazan ni ciervos ni persiguen zorros, ni se cosen el dobladillo ni suben a caballos no domados, o no lo sé, no los vi. Cuánto han hecho sin tener testigos que nadie pueda acusarlos de sucios entramados ni traiciones.
Por eso, por el flaco que los nombra en los días de la vida pensé en buscarlos, en la cafetera, entre las velas, en las cortinas, en la canción, en el alféizar, en el umbral, bajo el alero, o más lejos … pero ya se me hace tarde.
Sigo mañana. Un gnomo, un duende, que me descanse, como un mantel, un batón o un violín.
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