http://media.neuquen.gov.ar/rtn/radio/playlist.m3u8 Sueño
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“Habéis desobedecido mi orden, dijo el Señor a Adán y Eva. Y sin darles otra oportunidad, los despertó de golpe” (Ana María Shua – La sueñera)


¿Y si Adán y Eva se hubiesen soñado y al ser arrojados del Paraíso se hubiesen despertado?

Si nos preguntamos qué es el sueño, no el de tener sueños para cumplir sino aquellos que soñamos cuando dormimos, encontraremos muchas enunciaciones, pero lo real es que nadie sabe definir qué es el sueño. Todos tenemos algo que decir sobre él: caprichosa vivencia confusa que nos sostiene sobre un filo en el que no podemos estar ciertos ni de un lado ni de otro.


Algo así como esa pelota que queda sobre la red en el juego del tenis, en equilibrio, en suspenso. Vivencia caprichosa, además, porque a veces recordamos algunas cosas y otras no, o porque recordamos algo y no el todo, quedan esos retazos esas partes que no sirven para armar lo que ha pasado. Así el ser humano durante toda su historia ha tratado de entrar en este laberinto pero permanece atrapado en él.


Hay un texto chino antiguo, (uno de los textos fundacionales del Taoismo) perteneciente al (476 - 221 a. C) dice:


Érase una vez, yo, Zhuangzi, soñé que era una mariposa, revoloteando por aquí y por allá, para todos los efectos era una mariposa. Era consciente sólo de seguir mis fantasías como una mariposa, y era inconsciente de mi individualidad como una mariposa.



De repente desperté y me recosté nuevamente. Ahora no sé si era un hombre soñando que era una mariposa, o si ahora soy una mariposa soñando que soy un hombre.

Una historia pequeñísima y encantadora que dispara con sencillez esta enorme pregunta: ¿Soñamos o estamos vivos?


El mismo Platón se lo cuestionó: ¿Cómo se puede probar si en este momento no estamos durmiendo, y todos nuestros pensamientos son un sueño; o si estamos despiertos y hablando entre nosotros en estado de vigilia?

Recuerdo aquellas noches de Reyes en que nadie quería dormir porque el deseo era sorprender a los reyes Magos llegando con su botín de juguetes. La imagen aceleraba el corazón. “Yo no me duermo”, y lo creíamos, creíamos que lo íbamos a lograr, y así, con esa voluntad, nos despertábamos al día siguiente sin haberlo conseguido. El sueño siempre vence. Hay en esto una cosa segura: cualquier humano, serio o divertido, alto o bajo, bueno o perverso, gritón o silencioso, todos son igualados por el sueño porque nadie se puede resistir a él.


Inevitable compararlo con Doña Muerte, que también nos iguala.

Junio 2023


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