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Balsa las Perlas: ¡alerta spoiler!

“Un tipo se resbaló de una terraza, pero se lo tomó con calma.

Mientras pasaban los pisos cada vez más rápido se daba ánimo pensando:

Hasta acá, todo bien. Hasta acá, todo bien. No pasa nada durante la caída.

El tema es cuando tocás tierra”.

La haine. M. Kassovitz (Dir). 1995.


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Por Juanse Villarreal


Dicen que “con el diario del lunes” cualquiera puede interpretar las señales de lo que inevitablemente iba a suceder el domingo. En Balsa Las Perlas es más fácil porque el diario de la semana que viene ya está escrito de antemano.


Lunes: La cuadra de los comercios sobre la avenida tapada de basura porque no pasó el recolector y el perrerío suelto rompió las bolsas repartiendo residuos por toda la calle.


Martes: Mal día para viajar en colectivo. Se rompió un coche a las 6.45 y de ahí hasta las 11 todos salieron recargados. El de las 7.15 se llenó con los de las menos cuarto, el siguiente con los que quedaron abajo de ese y así sucesiva y apretadamente que hay lugar en el fondo.


Miércoles: Comunicado urgente de la Delegación Municipal: se informa a vecinas y vecinos que se ha trabajado en el relevamiento de lotes del Barrio Costa Esperanza para la entrega de las actas de adjudicación de tenencia precaria que el delegado Carlos Aimasso viene anunciando desde la intendencia de Baratti. Las tareas continúan con normalidad.


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Jueves: Se rompió el camión regador la motoniveladora el tablero eléctrico la llave de paso el motor el amortiguador la batería el bobinado no hay más cables la bomba. No hay agua, riego de calles ni mantenimiento vial otra semana.


Viernes: Hoy no hay personal de salud en el Centro Médico, la escuela no tiene clases por falta de gas y se suspende la visita del registro civil. La castración de mascotas se realiza normalmente.


Ya sé, es el diario de la semana pasada, ¡pero sirve para la próxima!


Bromas aparte, el abandono no es un chiste. Y cuando, como en el caso de Las Perlas, se convierte en política de Estado, comienzan a manifestarse sintomatologías sociales que demandarán intervenciones cada vez más complejas y dolorosas, con resultados progresivamente menos satisfactorios. Ya se empieza a ver en Balsa como se consolida la ley de la selva y se deterioran las redes comunitarias de ayuda y resolución pacífica de conflictos. Por momentos parece que estamos en una maratón de plataforma quemando temporada tras temporada de una serie post-apocalíptica.


el abandono no es un chiste. Y cuando, como en el caso de Las Perlas, se convierte en política de Estado, comienzan a manifestarse sintomatologías sociales que demandarán intervenciones cada vez más complejas y dolorosas, con resultados progresivamente menos satisfactorios”.


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Sería una cosa así: al principio era una comunidad pequeña y aislada en contacto con la naturaleza. Pero un día resulta incorporada a la influencia de Cipolletti, que acaso acomplejada por no ser capital de nada consiguió un feudo provincial de medio millón de hectáreas en la Margen Sur del Río Limay y quiso replicar con Las Perlas (en escala de miniatura) una especie de relación Metrópoli-colonia, con consecuencias socio-urbanísticas desastrosas.


Entonces de repente se construye un puente y el lugar se llena de personas de los orígenes más diversos, pero con un factor mayoritariamente común: provienen casi siempre de los sectores más postergados y periféricos de las comunidades que dejaron atrás. Linajes de generaciones sometidas a la desigualdad. De pronto sobreviene una catástrofe y la antigua comunidad semi-rural se convierte (alerta spoiler) en el campo de batalla de un sálvese quién pueda desesperado.


En Balsa Las Perlas hay más de 4.000 lotes habitados. Más de 4.000 hogares. Ninguno de ellos tiene agua corriente de red, gas ni servicio de cloacas. La mayoría accede a la electricidad mediante conexiones clandestinas. El Registro Nacional de Barrios Populares identifica una decena de asentamientos diferenciados, que van desde el centenar a las más de mil viviendas certificadas. Nadie tiene mensura ni escritura, y a lo sumo se cuenta con un boleto de compra venta medianamente oficializado. Todas las posesiones flotan en un una informalidad incierta. Si en este contexto de extrema precariedad tu terreno queda en lo que llaman “las tomas” estás en la periferia de la periferia, sin señal y sin cobertura, y no estoy hablando de comunicaciones, aunque también.


Las tomas de Las Perlas tienen menos de cinco años y nombres que aluden o a las fechas en que se formaron, o a los accidentes de terreno que las caracterizan o a la vegetación que alguien reconoció antes de que empezaran los alisamientos de parcelas. En Las Perlas tomar un terreno es enfrentarse a lo empinado, lo áspero, lo seco, lo frío, lo ardiente, lo pinchudo. Para sobrellevar la pedregosa hospitalidad de la meseta se necesita tener la voluntad porfiada de una xerófila. La electricidad llega por un tendido de postes torcidos y cables reciclados y el agua por mangueras aplastadas que reptan con más esperanza que presión trepando los faldeos barda arriba. Allá en la punta, a la mañana temprano, o durante esos atardeceres en los que entendés por qué seguís acá a pesar de todo, la vista es un paisaje que podría envidiar la suite más exclusiva que quieras imaginarte.


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Allá en la punta, a la mañana temprano, o durante esos atardeceres en los que entendés por qué seguís acá a pesar de todo”


A la noche es otra cosa. Ahí nomás queda el basural donde apareció asesinada Silvia Cabañares. A la vuelta está la casilla donde dicen que los narcos de Valentina mataron a uno que se empacó porque no le fiaban. Enfrente todavía está humeando lo que queda de la casilla que le incendiaron a Bristela las cuadrillas justicieras que debutaron linchando ladrones y ahora van por los aguantaderos, como les dicen ahora los gobiernos de Neuquén y Cipolletti a los lugares que se les fueron de las manos y deciden aplastar con máquinas topadoras. A la noche es otra cosa: también en Las Perlas hay mucho más abuso infantil y violencia doméstica de lo que te gustaría imaginarte y es más fácil conseguir merca que una garrafa.


A la noche es otra cosa: también en Las Perlas hay mucho más abuso infantil y violencia doméstica de lo que te gustaría imaginarte y es más fácil conseguir merca que una garrafa.”


Iguales a los que nos quieren acostumbrar las series de apocalipsis zombie, en Balsa Las Perlas ya están activos comandos vecinales asustados, furiosos e improvisados. Familias que pierden en un robo cosas que compraron en un plan usurero del que aún deben infinitas cuotas a intereses que te ponen los pelos de punta, dicen que se cansaron de estar a la defensiva y están dispuestas a buscar tranquilidad aunque sea con antorchas y piedrazos. Y algunos tiros si hace falta. Un linchamiento, algunos desalojos… recién prendieron fuego una casilla, no está claro si con las criaturas adentro o no. La policía mira, le faltaría un balde de pochoclo. Hoy los dejan hacer y mañana no podrán detenerlos. Una montaña de crímenes y delitos que nunca pudo resolver hacen que la fuerza policial sea vista como un fiasco sobre ruedas que recorre Las Perlas quemando parsimoniosamente el combustible de sus móviles destartalados. La ley y los derechos hace ya demasiado tiempo que no cruzan el puente.


¿Y el intendente de Cipolletti? ¿Y la Justicia? ¿Y la Jueza de Paz? ¿Y el gobernador de Río Negro? Bien gracias, leyendo como se repiten las noticias de ayer en el diario de mañana. Va a empeorar, alerta spoiler, no importa cuando leas esto.



Este artículo fue publicado originalmente en el portal informativo Intempestiva

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