Un Borges cuántico
Dios mueve al jugador, y éste la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
Probabilidad y verosimilitud son palabras favoritas en el pensamiento y en el discurso borgiano y a través de ellas nos introduce (el famoso efecto de “inmersión”, tan novedoso en nuestros días) en una idea de inestabilidad permanente del mundo y sus criaturas.
Recordemos el conocido “efecto mariposa”: «El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo»
Podemos remontarnos al novelista Ray Bradbury quien publicó en 1952 su escrito "El ruido de un trueno" donde señala que una mariposa puede provocar el desequilibrio con el paso del tiempo.1
Es la teoría del caos, que trata de ciertos tipos de sistemas complejos y sistemas dinámicos, no lineales, muy sensibles a las variaciones en las condiciones iniciales. Pequeñas transformaciones que pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la predicción a largo plazo.
Jorge Luis Borges tiene muchos textos donde expresa estos mundos llenos de posibilidades: EL JARDIN DE LOS SENDEROS QUE SE BIFURCAN (relato policial y fantástico) señala que en toda historia un personaje se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras pero sucede que puede elegir todas simultáneamente, creando diversos porvenires, diversos tiempos, que también, proliferan y se bifurcan. Imaginemos:
… un desconocido llama a su puerta; usted resuelve matarlo pero existen otros desenlaces posibles: el intruso puede matarlo a usted, ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, etcétera.
Nuestro escritor juega permanentemente con ellos. Se adelanta en el tiempo con unos hechos que no causaban la curiosidad de nadie. EL ALEPH (un tratado sobre el infinito); LAS RUINAS CIRCULARES (las posibles creaciones del sueño).
Y de repente el MULTIVERSO está entre nosotros. Todo a la vez y en todas partes, como las partículas cuánticas. Este concepto fue utilizado y debatido hasta el hartazgo en la literatura y el cine de ciencia ficción, en la filosofía, en la física y en la psicología.
Interesante leer a Juan Arnau (filósofo y ensayista español) que dice: “las teorías de la física cuántica han trastocado nuestra idea de realidad pero todavía no nos hemos dado cuenta de ello. Los comportamientos de las partículas subatómicas parecen mostrar que eso que llamamos realidad es inestable, caótica, regida –si acaso– sólo por hábitos, probabilidades e incertidumbre”.
No se puede agregar nada a todo lo que ya fue dicho sobre el genio borgiano y su obra, sólo confirmar que hoy como nunca estas incursiones suyas en un terreno, que para la época de su escritura era desconocido, adquieren una consistencia notable. Podemos aventurar que Borges se anticipó al mundo cuántico. En este sentido su obra adquiere mayor amplitud, contenido y mayor certeza. Si esto es posible.
¿Y cómo sería si, por ejemplo, pudiéramos trasladarnos a voluntad de un momento amargo a otro más dulce? Al fin y al cabo ambos mundos puede que sean paralelos.
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