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Capibara versus Carpincho

Por Fernando Barraza


A veces defendemos la colonización de nuestras propias raíces sin siquiera darnos cuenta.


De un tiempo a esta parte hay una campaña en redes resaltando que el término capibara es una conchetada y que el verdadero nombre del bichito en cuestión es carpincho, dando a entender que la primera acepción es un invento pituco, otra banalidad de un mundo ultra urbano y digital, algo tipo el moka latte descafeinado, y que hay que decir carpincho para no ser careta y etcétera etcétera.


Así miles de usuarios de redes van por la vida dándose bote de ser re pulentas y genuinos sin saber que la palabra "capibara" tiene su origen mucho antes de que cualquier español con casquito en punta y calzitas con botas amañadas asomara por nuestros territorios.


Capibara es una palabra guaraní que -como en toda bella lengua generativa acumulativa- está formada por varios segmentos sumados que van otorgando nuevos sentidos a una palabra final.


Veamos:


Primero tenemos "kapi'y", que es hierba, luego "vá" que es la partícula que indica que se está comiendo el sustantivo antecedente y por último "ara" que designa al agente de la acción.


Es decir que capibara es ni más ni menos que "el que come hierba", una manera hermosa de nombrar a un mamífero enorme, con cara de serio y malote, pero que es más bueno que el pan.



El pueblo Guaraní, en sintonía con todas las vidas que convivían (y conviven) en los territorios que ellxs habitan, supo nombrar al capibara con elegancia, certeza y precisión poética. Luego vino el español y dijo carpincho, porque capibara le costaba mucho para la pronunciación castiza cerrada que traían del barco. Carpincho no quiere decir nada, busquen su etimología, es tan errática como imprecisa.


Bien, lo cierto es que 500 años después confundimos la palabra Kapiÿvara con un latte machiatto y nos peinamos para la foto como héroes y heroinas de lo auténtico, cuando en realidad solo estamos dando cuenta en actos algo que lleva siglos de penoso trajín: las lenguas originarias de nuestro sur han sido silenciadas. En el camino creemos ser auténticos pero-sin darnos cuenta- estamos usando la lengua del colonizador.


El ejemplo que acabo de dar es menor, lo sé, pero no digas que no es práctico. A veces hay que prestar atención a la etimología, porque en ella va la auténtica raiz, y no repostear tanta tendencia por puro deporte virtual.


Aguante el Kapiÿvara

Aguante todo


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