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Proteger el vínculo con El Eternauta


Por Gabriel Muñoz


Hace muchos años (quizás 30, desde que lo leí por primera vez) vengo esperando una peli, una serie o lo que sea, de “El Eternauta”. Pero ya desde que se confirmó su serie en Netflix me puse a pensar en el impacto que tienen las adaptaciones cinematográficas de historietas, sobre todo cuando se trata de obras que jamás antes fueron llevadas a una pantalla. Me pregunto si, aunque una adaptación sea buena y logre atrapar al público, eso no termina a veces alejando a la gente de la obra original. Es decir, si ya vieron cómo se desarrolla la historia, cómo termina, si ya vivieron esa experiencia en la pantalla... ¿qué incentivo les queda para leer la historieta? Es como si la adaptación, por más fiel o bien hecha que sea, terminara sustituyendo la necesidad de acercarse a la fuente.


Pero al mismo tiempo, también pienso en lo contrario: que adaptar una obra a los tiempos actuales puede ser justamente lo que permita que llegue a personas que, de otro modo, jamás habrían leído la historieta. Porque hay algo en cómo cambian las formas de narrar, en cómo se actualizan los temas o los contextos, que puede hacer que una historia cobre nueva vida. Tal vez eso es lo que hace que ciertas historias sean verdaderamente universales: su capacidad de adaptarse, de resonar en distintas épocas.


Y entonces me aparece una duda más compleja: ¿está bien cambiar tanto una historieta al adaptarla, hasta el punto de que casi no es la misma? ¿Sigue siendo una adaptación o ya se transforma en otra cosa? Por un lado, entiendo que hay algo valioso en reimaginar una obra, en darle una nueva identidad que funcione dentro del lenguaje propio del cine. "El Eternauta" fue concebida y marcada por el entorno politico y social de su momento. En la adaptación de Netflix ese entorno va a cambiar. A veces, los cambios permiten que la historia respire, que se vuelva poderosa de otro modo. Pero también me inquieta la posibilidad de que, al modificar tanto, se pierda lo esencial. Que se diluya el corazón de la historieta, su alma, eso que la hacía única.


Supongo que la clave está en el equilibrio. En cambiar lo necesario para que funcione como una serie, sí, pero sin perder de vista lo que hacía valiosa a la obra original. Y sobre todo, en hacerlo con respeto. Porque cuando una adaptación respeta lo que toma, incluso si cambia mucho, se nota. Se siente. Y puede llegar a ser algo hermoso, algo que no solo trae nueva vida a la historia, sino también nuevas preguntas, nuevas emociones, nuevas formas de conectar.


Con estas reflexiones, internamente busco proteger mi vínculo con la obra original. Busco maneras de no salir decepcionado luego de ver la serie. Para mí, El Eternauta no es solo una gran historieta nacional, sino que es en la causante de que me haya dedicado a dibujar historias. Esta reflexión es un escudo. Una manera de prepararme para una experiencia diferente, de recordar que la adaptación no puede ni debe reemplazar al original. Yo ya tengo un Eternauta, el que leí y quedó grabado en mi pasado. Nadie me puede sacar eso. ¿O si?


Mientras tanto, estoy reviendo la serie “Germán, ultimas viñetas”…


Para ver de manera completa todos los capítulos de "Germán, últimas viñetas" pueden acceder a este enlace de la plataforma BA FILMA y verlos de manera gratuita

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