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Sobre puentes y otras yerbas

Hace 401 años para un Domingo de Ramos como hoy....

🌁 El puente de la Confluencia cumple años y lo va a festejar a lo grande, tirando “intervenciones artísticas” por sobre sus barandas y arcos distintivos. El hoy disminuido Neuquén (el río), que con estas sequías no le hace honor a su epíteto de “valeroso, fuerte, arrogante, bravo, caudaloso, profundo, intrépido”, será testigo una vez más de aquella primera “multitud” que lo inauguró en 1937, las que lo fueron transitando durante el transcurso de sus jóvenes 85 años, incluídas las que no podían pasar -debiendo hacerlo- por cortes y quebradas de los “puentistas”. “Bien aiga, che” (diría Don Bustingorri).


Inauguración del Puente sobre la Confluencia.. 1937
Inauguración del Puente sobre la Confluencia. 1937

Sin ánimo de enturbiar el ánimo de festejos, hay que decir que éste no fue “el primer puente exclusivamente carretero en estas latitudes” como concluye el excelente artículo en texto y fotos de Pérez Mirando posteado por Aldo Torino en “Neuquén del ayer” (4 abril 22). Dejando de lado el magnífico puente del Ferrocarril del Sud, construído en 1902, no carretero. Tiene razón Aldo, en que ese puente es “el primero en esas latitudes”, las de la Confluencia, mas no sobre el río Neuquén ni dentro de la Provincia, entonces Territorio Nacional. "Porque el primer proyecto de puente, fue una consecuencia del dique de riego en el Valle y atenuación de crecientes sobre el Neuquén, el Dique Ballester, pensado desde 1899, iniciado en 1909 y terminado en 1916. Concluído como dique y derivador comenzó a cumplir sus funciones también como medio de tránsito vial vehicular, cruzando el Neuquén".


Mientras, en el “Neuquén adentro y profundo”, a pesar de que la Capital estaba desde 1904 en el caserío de la Confluencia o estación Neuquén, el primer puente vial, carretero, según certeras referencias documentales, lo describe en una nota en el Face de Caro Rambeaud (8/4/22). Un puente en cemento y madera realizado por el estanciero Gastón Rambeaud sobre el río Catan Lil, “a fines de la década del veinte”, según descripción de @gasto118. Sería bueno escarbar en los recuerdos y fijar la fecha precisa o bien aproximada.

Saltando hacia el norte, esta construcción que aún pervive, se superpone en los datos, con la precisa referencia que aporta el escritor Ignacio Prieto del Éjido en “La novela de la Patagonia”, comerciante en “Barbarcó” en aquel momento: "Frente a la «Piedra Encaramada» y después de descender por entre peñas enormes, siguiendo las sinuosidades de una huella de pronunciado declivio, se llegaba a un puentecito —el único que conoció Germán en todo el territorio— obra, claro está, de aquellos pobladores y construido sobre cables de acero tendidos de margen a margen, a los cuales iban atados unos palos transversales que formaban el piso y que permitían el paso aun de a caballo, aunque corriendo el riesgo de que el animal sino estaba acostumbrado, se espantase, por cimbrarse aquel puentecito colgante que Germán llamó «De los suspiros», bajo el cual, despedazándose entre peñascos, el correntoso y turbio río Barbarcó, corría presuroso a mezclarse, quinientos metros más abajo, con el río Neuquén.

Desde la meseta donde se estaba construyendo el boliche de Germán, desde la casa misma, se veía en toda su belleza aquella confluencia del Neuquén con el Barbarcó, el primero de aguas cristalinas y mansas y salvaje y enlodado el segundo." Esto es de fecha 1922, habiendo estado como “tenedor de libros”anteriormente en estancias de Catan Lil y Sañicó, sin describir puente alguno. Unas páginas antes, del Éjido describe unos puentes en la zona de El Cudío/Chacay Melehue, nombrados como "los «puentes mellizos», —dos puentes de madera, de los que no quedan ni rastros—, ¡pobre Patagonia abandonada!". Y como en Barbarcó no había vehículos, el tránsito era exclusivo para “los animales vacunos y caballares por el célebre “puente de los suspiros”, donde pasaba la gente y los piños de ovejas”. que subían o bajaban de las veranadas cordilleranas.


Este “puente de los suspiros” sobre el Varvarco, con distintas viscitudes, llevado por las crecidas, reconstruído varias veces, afirmado en otras, modificado, duró como medio de cruce de crianceros y pobladores hasta hace pocos años, como lo muestra la foto, desplazado por los numerosos puentes construidos en la zona desde los 70.


Sin embargo, la historia de este puente, “el único que conoció Germán en todo el territorio” hasta 1922, se retrotrae en su funionalidad a una precisa referencia históricas del ejército chileno en su “guerra a muerte” contra las montoneras realistas de los Pincheira en las tierras del Barbarco. Para la campaña de febrero de 1826, se describe: “Encontramos a las orillas del río Malbarco que se junta con el Neuquén, un puente suspendido, perfectamente establecido. Al otro lado del río, unas casas de paja muy grandes y cómodas. Pincheira las habitaba en invierno. Más allá una cantidad inmensa de casitas de cueros de vacas que se pueden transportar de un lugar a otro”.


Con lo que el renombrado “puente de los suspiros”, “puente de los Pincheira”, “puente de Alonso o de Buchara”..., sería el primer puente “caminero” construído en Neuquén y por extensión en toda la Patagonia!!!...


Pero volviendo al cumpleañero de la Confluencia, es inseparable de su existencia y necesidad de construcción, los tan conocidos pasos previos documentales que antecedieron al paso carretero, especialmente el renombrado cruce de Ignacio H. Fotheringham el 11 de Junio de 1879 que conmemora el monolito en las alturas de la margen neuquina. Antes fueron las descripciones de la Confluencia y su navegación por Basilio Villarino (1783), luego el cruce del Perito Moreno (1880) escapando de su cautiverio y ya con la capitalidad a pleno, los servicios de cruce del río, mediante lanchas, botes y especialmente la balsa del vecino Dell´ Anna.



Sin embargo, la fama y nombradía de “las juntas” -Neuquén/Limay- va mucho más atrás, ¡¡mucho!!… hasta la olvidada y recientemente rescatada, expedición española a la mítica Ciudad de los Césares, ubicada en “Rucachoroguen”, que cruzó por primera vez el Neuquén hace ¡¡400 años!!.

Un nieto del andaluz fundador de Córdoba, del mismo nombre, Jerónimo Luis de Cabrera, en una muy bien planificada y numerosa expedición, “con cientos de vacunos por delante como alimento vivo y tropas de carretas como barcos en el desierto”. Llegan “a lo de rramos por haber llegado allí en este día” {Domingo de Ramos de 1621, marzo-abril], a lo que la crónica llama “junta de los Ríos”.


Después de varios intentos, deciden el cruce de la expedición armando “un pontón de carretas”, en el paraje que identifica como “buen pasto” y “Gueriyan” por el cacique que encuentra en el lugar. Lo que sigue, hasta “Cutan”, “Colcol”, “Chillen”, “Cotón”, “Rucachoroguen”, será para otra oportunidad, regresando decepcionado y forzado por sus soldados rebelados, sin los tesoros de la Ciudad de los Césares, sólo ”indios Ingas”, volviendo a cruzar la “junta de los Ríos” rumbo a sus estancias de Córdoba. Fue la última expedición realizada en busca de la mítica y esquiva “Ciudad de los Césares”, identificada en Neuquén, pero tan irreal y ficticia como los otros supuestos lugares plenos de riquezas.


Ahora sí, con tantos preciosos antecedentes y motivaciones, el octogenario puente de “de arcos” se afirma en su propia personalidad. En aquella oportunidad "el puente estaba engalanado con guirnaldas y banderas argentinas” y mediante "el aporte del comercio y la industria regional se organizó una fiesta de tal magnitud que, prácticamente, se volcó hacia el puente toda la población de la región, sirviéndose un asado popular y un vino de honor para las autoridades", hoy -en tiempo de vacas flacas- sólo lo festejará una galana serie de “intervenciones artísticas” que mantendrá su fama y nombradía y seguirá siendo el orgullo de “la junta de los Ríos”.💐🎂


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